Los periódicos locales y las redes sociales han dado cuenta estos días de cómo la responsabilidad de la Congregación fundada por Marcial Maciel no puede terminar con un decreto de expulsión.
El caso de Alfredo Cabral Fernández fue destacado en Liberabit Vos Veritas el año 2017 (ver nota[1]) a raíz del pésimo manejo pastoral del entonces obispo de la prelatura (ahora ya diócesis), Rosalío Elizondo, quien pretendió deslegitimizar la situación en la parroquia Divina Providencia de Chetumal mediante comunicados falsos acerca de la salud de Cabral.
En su momento, Liberabit Veritas destacó cómo la forma de proceder de Rosalío Elizondo correspondía a la actuación de un superior legionario y no a la de un pastor cercano a sus presbíteros.
Antes
de reflexionar sobre la expulsión de Cabral Fernández, recojamos un poco su
trayectoria.
Constancia de identidad del obispo de Cancún-Chetumal |
Fue reclutado en su primera pubertad (13-14 años) por el entonces neosacerdote Juan Márquez.
Después de su paso por el “centro vocacional” de León, ingresó al noviciado a la edad de 16 años y emitió la primera profesión a los 18.
Desde el inicio, Cabral fue un excelente trabajador para mantener los jardines: noviciado, juniorado, filosofía, teología, incluso durante su período de pastoral, dedicó muchas horas al trabajo en los jardines o a tareas de albañilería.
Según varios testimonios de sus compañeros, Cabral Fernandez se caracterizaba por su gran espíritu de trabajo físico, su sencillez y su gran voluntarismo.
«Los Superiores modelaron en él a un gran religioso, siempre obediente, siempre entregado, hasta en el juego lo hacía todo heil Christus! (¡por Cristo!)».
«Conocí al P. Alfredo en Roma y siempre me impresionó su gran abnegación. Llegaba a dedicar hasta más de 40 horas semanales a trabajo en los jardines; Ud. sabe, cuando nos pedían informar de las horas de apostolado y los jardines eran su apostolado»
La cantidad de trabajo físico en período de estudios evidentemente afectaba su rendimiento académico, que según el testimonio de sus compañeros, Cabral suplía con memorización y voluntarismo.
«Llegué a ver al H. Cabral con una fotocopia de los apuntes sobre una carretilla de tierra repasando el tema mientras la trasportaba al jardín que estaban renovando»
Fue ordenado el año 2004 con ocasión del 60 aniversario de la ordenación sacerdotal del Pedófilo de Cotija.
A la fecha de la ordenación, Cabral llevaba más de 17 años en la Congregación y había vivido más tiempo dentro de ella que en su vida previa fuera de ella, durante su infancia.
Vida de Cabral en gráfica |
Se puede decir que Alfredo Cabral es un producto del sistema formativo legionario; la etapa en la que un adolescente consolida y define su personalidad, la vivió en la Congregación; todas sus opciones fundamentales, las vivió en la Congregación. Nunca conoció otra realidad eclesial ni tuvo contacto con el trabajo en las parroquias.
Los problemas
Durante el período llamado “prácticas apostólicas”, Alfredo fue acompañante, ayudante del reclutador Eugenio Martín. Después fue nombrado prefecto en el centro vocacional de Monterrey y por último de León. Cabral siempre se caracterizó por su servicialidad, humildad y espíritu sacrificado, si bien hubo algunas imprudencias de su parte más por temeridad que por mala voluntad (imprudencia al conducir vehículos e imprudencia al afrontar algunas tareas físicas).
Después de la ordenación fue destinado a Venezuela, también como reclutador. Le acompañaron Esteban Zamudio y César Vega en ese entonces religiosos. Fue nombrado responsable del ECYD en Barquisimeto precisamente en orden a la captación y reclutamiento de vocaciones. Por último pasó a ser capellán del Cumbres de Caracas. También tuvo experiencia con algunos exorxismos.
En el Cumbres hubo algunas quejas. Su forma expedita de confesar y algún comentario imprudente con los alumnos referente al sexto mandamiento.
Por ello fue trasladado a Santiago de Chile donde duró pocos meses debido a quejas semejantes: falta de sensibilidad pastoral. Fue trasladado a Chetumal. Cabe mencionar que Cabral siempre se mostró celoso y muy entregado al trabajo pastoral.
En Chetumal Alfredo Cabral se inició propiamente a la vida parroquial teniendo que “aprender” por su propia cuenta. Poco a poco Cabral Fernández comenzó a destacar por su cercanía a la gente, su disponibilidad y compromiso pastoral.
Cabral afrontó un problema pastoral presente en toda la región del Caribe, como mejor pudo y con poca guía inicial. Diversas formas de brujería y varios ritos diversos llegan a tener presencias diabólica. Cabral intervino desconociendo la normativa canónica al respecto. Ya había tenido experiencias semejantes en Venezuela al parecer con la autorización del Obispo diocesano. Obtuvo buenos resultados y entonces la gente corrió la voz de que el padre tenía el “don de sanación”. Entonces el tema de la presencia diabólica se convirtió casi en una obsesión, a decir de su obispo Rosalío Elizondo.
El juicio del Obispo Rosalío tiene su mérito, pues el tema de la brujería la posesión diabólica, las infestaciones, etc. requieren una sensibilidad especial en la pastoral que a la vez permita educar al Pueblo de Dios.
No tenemos detalles del acercamiento del Obispo hacia Cabral; desconocemos cuántos esfuerzos hubo en orientaciones o disposiciones para encauzar el valioso celo de un sacerdote joven con mínima formación pastoral e incipiente experiencia parroquial. Recordemos que durante la formación, los seminaristas según la ratio studiorum deben tener una materia que les permita conocer el derecho parroquial, la problemática y el modo de afrontar algunos temas. Los legionarios sustituyen todo esto por la “metodología del RC”. Es decir, Cabral además no contaba tampoco con esa base formativa que cualquier seminarista diocesano tiene.
El asunto se infectó. La suspicacia hacia el proceder de los Superiores crecía, en esas fechas se habían dado a conocer las sugerencias de Eloy Bedia para “encapsular” religiosos y se habían hecho evidentes las mentiras “piadosas” de Corcuera. Además Cabral llevaba ya dos cambios de país fuera del tiempo de cambios de destino y sin explicar con apertura las verdaderas causas del cambio.
La forma como el Obispo afrontó el tema, fue desastrosa. El comunicado publicado por la prelatura acerca del estado de salud mental de Cabral sólo complicó las cosas pues la misma técnica ya la habían empleado con Pablo Pérez Guajardo (qepd). Lamentablemente, una vez expuesto el escándalo, el Obispo Rosalío tampoco tuvo la humildad de corregir públicamente y pedir perdón. Según él, “la prensa malvada” deformaba las cosas para atacar a la Iglesia.
Así como en un divorcio los hijos resultan muy dañados cuando son usados como flechas contra el otro, así, los fieles de la parroquia donde estaba asignado Cabral fueron usados tácitamente como arma y escudo. Reinó la confusión.
Después vino la intervención de Eloy Bedia que ya había cosechado fama por su proceder poco ético e inmoral (ver nota[2]).
Alfredo Cabral Fernández había sido traicionado por el Obispo, por el Superior y por la Congregación. Un religioso muy fervoroso, muy obediente, amante de la Iglesia y de la Congregación era presa de la pésima “pedagogía” legionaria. Con la “solidez” de la formación legionaria, a pesar de su esfuerzo por estudiar al tiempo que hacía de jardinero, Cabral optó por la fuga in avanti como de hecho gran parte de quienes siguen en la Congregación han hecho. Se dedicó entonces a una actividad pastoral casi frenética… hasta que fue conminado a obedecer trasladándole SIN MOTIVO y después de haberle calumniado.
Tanto el Obispo como los Superiores tenían toda la autoridad para mover a Cabral, incluso sin motivo. Los puntos de derecho no se cuestionan; se señala el pésimo manejo, la nula sensibilidad y en cierto modo la indiferencia e hipocresía de parte de los Superiores.
Rosalío (actuando como superior y no como obispo), Bedia, Díaz-Torre, Ricardo Sada y otros más, juntaron la documentación que justificaba los hechos.
El día 8 de septiembre, Festividad de la Natividad de la Virgen María, el Consejo General de la Congregación de Maciel sesionó para cumplir con las formalidades de lo que ya habían determinado: deshacerse del problema. Así a tenor del canon 697 del derecho canónico, Cabral fue expulsado de la Congregación de Maciel.
Si se analiza en perspectiva la historia de un sacerdote fervoroso desde los 14 de edad, hasta los 44 años resulta vergonzosa la conclusión.
Acéfalo o Vago
La irresponsabilidad de la Congregación no concluye con la indolencia de la sesión del consejo en que sancionaron el destino de Cabral Fernández.
Con el decreto de expulsión, Eduardo Robles-Gil y su Consejo hicieron de Cabral un clérigo acéfalo. De acuerdo con el Código n.701, Alfredo Cabral NO PUEDE ejercer el ministerio hasta que un obispo lo admita o al menos le permita el ejercicio de las órdenes sagradas.
Por ello, después de la expulsión, Cabral Fernandez estuvo en la diócesis de Campeche. Pero el mismo Código establece que si el período de prueba o el permiso excede los 5 años, el clérigo se considerará adscrito a la diócesis. Posiblemente por este motivo Cabral se trasladó a Zacatecas, su lugar de origen antes del quinto año.
En Zacatecas, Cabral obtuvo permiso para colaborar de algún modo en la Parroquia de San Pedro Apóstol. Este permiso no implica ni la incardinación ni las facultades ministeriales correspondientes.
Nuevamente se crea una confusión entre los fieles que ven a un sacerdote celoso, cercano a la gente y trabajador. Y nuevamente la formación legionaria con las lagunas que los Superiores impusieron en Cabral al sacrificar sus estudios por la jardinería, crea problemas. El vicario general de la diócesis emite un comunicado a los fieles de la parroquia acerca del pbro. Alfredo Cabral Fernández, sacerdote acéfalo exlegionario.
Se dice en algunas partes: «el que con leche se quema, hasta al jocoque le sopla». Al ver el comunicado el vicario general, Cabral comentó “no tiene sello de la cancillería”. De hecho sí lo tiene y el comunicado es un aviso, no para él sino para los fieles; no se trata de un procedimiento canónico en su contra ni una movida para desacreditarlo. Alfredo Cabral no tiene facultades ministeriales, los sacramentos que celebre (que requieran potestad de jurisdicción) serán inválidos.
Víctima
El discurso de los legionarios sobre las víctimas se ha focalizado casi exclusivamente en los abusos sexuales.
Alfredo Cabral es víctima de un sistema abusivo y de poder.
Como decía Marcial Maciel “los exprimo como un limón y luego los tiro”. Cabral Fernández fue muy útil en los jardines. Ya no es útil, entonces en una fiesta de la Virgen, lo expulsan.
Alfredo
Cabral Fernandez tiene deficiencias formativas graves no sólo por ser
legionario, sino porque además no cumplimentó adecuadamente los estudios.
Tampoco recibió adecuada orientación pastoral; ahora reacciona con rigidez y
falta de confianza. ¿Es su culpa?
La historia de Cabral muestra la tragedia formativa de la vida en la Congregación fundada por Marcial Maciel... en tanto, la nueva Cúpula predica la renovación, el amor al prójimo y la justicia restaurativa.
La historia de Cabral no es la única ni por el abuso de los superiores, ni por la falta de comunicación, ni por el sacrificio de los estudios en función de ciertos trabajos.
La historia de Cabral es como el gemido de los hijos de Israel (Ex.2,23) frente a los poderosos de Egipto... que Dios se acuerde del pacto (Ex.2,24) que tantos religiosos hicieron de buena voluntad en una Congregación que se presentaba como inspirada y que en cambio dispersa al rebaño (Jer.23,1)