Thursday, January 4, 2024

Perspectivas vocacionales de los legionarios

 

El presente análisis ha sido compartido en diversos grupos de redes sociales; por su relevancia el Equipo de Veritas lo comparte íntegramente respetando la visión en él plasmada.

 

Estas consideraciones toman en cuenta sólo a los religiosos en formación (filosofía y teología), excluyendo a las comunidades de sacerdotes que viven en el Colegio Internacional LC (1º la comunidad de profesores, 2º la comunidad de la DT y de apostolado, que llegarán en febrero; y 3º la comunidad de sacerdotes en su bienio de renovación sacerdotal). Los teólogos se han trasladado a la DG al inicio del curso académico.

Comunidad de teología 23-24

 

En FILOSOFÍA, hay 58 hermanos, de los cuales, 30 mexicanos y 28 del resto del mundo. Después de los mexicanos (51,72%), los países que siguen son: Colombia, Brasil y Venezuela, con 6 miembros cada uno. Siguen los tres que poseen nacionalidad americana, de los cuales, dos son de origen hispano. Los europeos, tomados en conjunto, son 5. (N.B.: Siete hermanos se reportan con doble nacionalidad: mexicana y francesa, mexicana y española, mexicana y americana, colombiana y americana, chilena y española, colombiana y venezolana, suiza y canadiense. En este recuento, se ha considerado sólo la primera nacionalidad indicada en el elenco que acabamos de dar).

 

En TEOLOGÍA, 69 hermanos, de los cuales, 27 mexicanos (39,13%) y 42 del resto del mundo (60,87%). (N.B.: Seis hermanos poseen doble nacionalidad: dos de ellos tienen nacionalidad mexicana y española, de resto: mexicana y francesa, brasileña y americana, salvadoreña e italiana, colombiana y española. En este recuento, se ha tomado en cuenta sólo la primera nacionalidad indicada en la lista que acabamos de dar).

 

Aunque la TENDENCIA GENERAL es de progresiva disminución (de 69 estudiantes de teología a 58 estudiantes de filosofía = -15,94%) el número de mexicanos se mantiene constante (hay 27 en teología y 30 inician filosofía = +11,11%). A pesar de esta estabilidad mexicana, es lógica y natural una disminución de los números (consolidación, en jerga institucional) debido al paso de los años y al muy auspiciado y necesario discernimiento vocacional. De modo que no será difícil igualar, incluso en el lapso de este curso, el número de mexicanos que estudian filosofía con los mexicanos que están actualmente en teología. En cualquier caso, no puede negarse que la congregación tiende a mexicanizarse con rapidez.

 

Del otrora sueño americano (“el RC viene a la sociedad y mentalidad americana como anillo al dedo”, se ufanaba alguno), sobrevive, a patadas de ahogado, un centro vocacional (de los 3 anteriores) y un cada vez más exiguo noviciado. De este país comienzan el año académico 2023-2024 ocho americanos (5 en diversos años de teología y 3 en filosofía).

 

Del noventero “milagro” alemán queda un desahuciado centro vocacional mantenido en vida con cuidados intensivos, pues representa un oneroso gasto económico y de personal con mínimos resultados. Inician el año académico 2023-2024 cinco hermanos con esa nacionalidad (4 estudian teología y uno filosofía).

 

De la Madre Patria, de vital importancia vocacional en la fundación de la congregación, empiezan el curso académico sólo tres hermanos, uno en teología y dos en filosofía. Tras el cierre de Dublín, Gozzano, Méry-sur-Marne, Bad Münstereifel, Salamanca, Ontaneda, y la “reducción” de Moncada, hace dos años se ha reunido en Madrid un minúsculo noviciado, al que, con buen márquetin de imagen, han llamado “paneuropeo” (por favor, guardemos las sonrisas para otro contexto y no para tal adjetivo). La última prenda en las ofertas del “black Friday” vocacional era de talla XXXL, pero pareció conveniente comprarla por motivos de imagen. En este caso se aplican a la perfección los proverbios referidos a la siempre insigne Universidad de Salamanca: “Quod natura non dat, Salmantica non præstat”, o bien, “Omnium scientiarum princeps Salmantica docet”. En otras palabras, “Quien tenga oídos para oír, que oiga”.

 

De Italia hay un único hermano, en tercero de teología. Ningún otro italiano. En ninguna etapa de formación. Desde que los legionarios pusieron pie en este importantísimo país en los años 50s, ni la LC ni mucho menos el RC han logrado jamás desempantanarse de la perpetua fundación. Nunca han despegado sustancialmente. Nunca han hecho raíces, como institución, en estas tierras. Ni siquiera con los colosales y exclusivos espaldarazos vaticanos, que otras beneméritas Órdenes religiosas no osaron siquiera soñar. Quizás ya han “perdido un tren” que no volverá, en adelante sólo dejará a su paso un tenue aire de exoticidad extranjera en tierras itálicas. “Time gratiam Dei transeuntem et non reddeuntem”. La costosa renovación del inmueble que albergaba el noviciado y el centro vocacional de Gozzano, en los paradisiacos parajes del Lago de Orta, ha quedado como un onírico y lejano recuerdo, con un despertar horrendo, a causa de la pesadilla de un abuso casi en el albor de su historia.

 

El recalcar la presencia de algunos países se antoja como un intento de estrategia comercial: ostentar el alcance maravilloso de la internacionalización para estimular la confianza de los bienhechores y la curiosidad de incautos jóvenes con inquietud vocacional… Pero da algo de pena, como quien se jacta de «un rapidín» furtivo, para bajar la tensión, mientras dura la incómoda espera de un futuro incierto… Suiza, Francia, Polonia, Corea, Filipinas, Argentina… no sin el hiriente recuerdo de Chile, un viejo amor que no se olvida. Caramelitos después del chancletazo.

 

Después de México (con sus tres centros vocacionales, La Joya, León y Monterrey, y su magnífico noviciado), siguen, de lejos, tres países de otrora gloriosa «Sudamérica de NP»: Colombia, Venezuela y Brasil. El noviciado de esta última gigantesca nación ha vendido su flamante propiedad de Arujá (que, a inicios de primera década del milenio, llegó a albergar a ±60 novicios, ±140 seminaristas diocesanos y al centro vocacional más numeroso de Brasil), para transferirse a una sección del Seminario Maria Mater Ecclesiæ en Itapecerica da Serra, más acorde con el escaso número de vocaciones, tanto de novicios como de seminaristas diocesanos formados por la LC. Lejos quedaron los proyectos (mediados de los 2000s) de duplicar la construcción ya terminada, en esa ampliación se instalaría un nuevo y pujante centro de humanidades para los países sudamericanos. Sueños de una noche de verano. Lo que de lejos había parecido un toro enorme, era sólo un sapo inflado para parecer mayor.

 

Estas consideraciones han sido escritas con dolor. No pretenden, en este caso particular, reivindicar nada en concreto. Solamente hacer ver la realidad desde otro punto de vista que, dentro de la Legión, parecería que no quiere verse. Ciertamente dentro de este grupo hay personas nobles, que, aun conociendo la nefasta historia que llevan a cuestas, desean, en lo que les compete, hacer el bien a la Iglesia y a las personas con las que se relacionan. Estas estadísticas deberían, sin embargo, abrirles los ojos a algunas cosas:

 

reconocer abierta y plenamente la historia de la que vienen. Muchos legionarios conocen (o quieren conocer) sólo fragmentos;

 

reconocer que no han escuchado realmente a las víctimas de esa historia. Escuchar significa responder a ellas directamente y de modo puntual a cada una de las peticiones que han hecho. Responder genéricamente a la prensa es no responder; es no dar valor de persona a quien se dirige a ellos;

 

darse cuenta de que “pedir perdón” y decir “lo siento” no son sinónimos. Por una parte, quienes sienten honestamente que han sido dañados (de cualquier modo) no tienen por qué interesarse de cómo “se sientan” los LC, ni los de ayer ni los de hoy; a quienes han sufrido algún tipo de abuso les interesa la reparación. Y ésta comienza con la escucha sincera y la respuesta honesta a quien ha preguntado y concretamente sobre lo que han requerido. Responder genéricamente a la prensa es una bofetada a la dignidad de la persona a quien han hecho precedentemente sufrir, significa ningunear su dolor y quitar toda importancia y valor a los pedazos de personalidad que tiene que reunir para recomponerse en soledad. La LC ha respondido de este modo (a la prensa y genéricamente) la mayor parte de veces, demostrando que le interesa lavar su imagen, decir al mundo que es digna de crédito y de confianza, pero ciertamente es hipócrita (o imbécil, en caso de que honestamente no se dé cuenta) cuando afirma que lo más importante es cada persona. Cuando cualquier legionario se acerca a una víctima, el máximo esfuerzo que puede esperarse de él es que intente lo imposible: balancear los platillos de la escucha de una determinada víctima y salvar la cara de la institución; e, inevitablemente, ya se sabe cuál platillo tendrá siempre mayor peso, el de la institución. Pensando fríamente, puede esperarse que no siempre sea humanamente posible reparar el daño hecho en una determinada vida hecha añicos, pero aun cuando la reparación fuese imposible, quien ha sufrido no ha perdido la sensibilidad de una persona honesta que se le acerca. Hasta el momento, esta capacidad de empatía se ha demostrado una quimera incomprensible en la mente LC. La petición de perdón no puede terminar con la “buena disposición” de quien la pide; no puede decir cándidamente “yo ya cumplí mi deber, he tendido una mano (entiéndase bien: “en el modo como YO he decidido”) y si no la acepta, es problema suyo”, ésta es la arrogancia del victimario que se siente en la superioridad de dar una limosna al pobrecito que está mal, que está sufriendo (por axioma incontestable, siempre es el otro quien está mal, jamás la institución). ¿Alguien ha escuchado alguna vez: “Si necesitas algo, aquí estoy”? Pedir perdón, por el contrario, significa solicitar algo cuya carencia lastima la conciencia, manifiesta que se es indigente de algo que necesita recibirse. Reconocer la realidad de que se ha hecho daño es reconocer también que es la persona dañada quien debe otorgar el perdón, no Dios: es la básica justicia reparativa; como deberían ellos saber, no basta ir a confesarse y rezar para que la víctima, por algún milagro, sane: “si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda” (Mt 5, 23-24) o, también: “El que dice: Amo a Dios, y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?”. Desde luego, esto implica “humildad sustancial”… ¡que los LC tanto predicaban!

 

deberían llevarlos a poner los pies en la tierra. No son “el último intento del Corazón de Cristo por salvar a su Iglesia”. Son un grupo más entre muchos y muy insignes. Sólo eso. Desgraciadamente, un momento de humillación no siempre rompe con la arrogancia. A veces podría endurecerla y cegar aún más.

 

la confianza se gana a pulso. Y, si se ha perdido, cuesta mucho más recobrarla, es verdad, pero ¡por algún lugar hay que comenzar! Desgraciadamente, a veces dan la impresión de preferir un “borrón y cuenta nueva”, esconder la suciedad debajo de la alfombra para que no se vea, más que el deseo sincero de asumir, como adultos, la propia responsabilidad y de preguntarse qué deben hacer desde la circunstancia precisa donde se encuentran. La responsabilidad y la madurez huyen de misticismos mágicos, con los que pretenden comenzar como si esperase delante sólo un futuro brillante (“nuestro carisma inefable, directamente inspirado por Dios desde toda la eternidad, lo cual creemos firmemente porque la Iglesia nos ha aprobado”. Obviamente, la Iglesia jamás ha afirmado ni negado un carisma legionario divinamente inspirado, axioma apodíctico, incuestionable, de la narrativa legionaria sobre el cual fundamentan toda su espiritualidad, todo su motivo de existencia y, especialmente, sus tres búsquedas básicas: vocaciones LC, captación de miembros RC y búsqueda de bienhechores; ya… están convencidos de que su gregarismo equivale, como una tautología, a trabajar por la Iglesia).

 

John Connor parecía traer un aire fresco de renovación. Podríamos extendernos largamente discutiendo sobre su gestión. Pero, al final, sería poco fructuoso. En general, cada uno se quedaría con su precedente convicción, pocos o muy pocos la cambiarían. Quizás el cómo lo ha hecho sea irrelevante, son puntos de vista personales. Lo que resulta innegable a la implacable dureza de las estadísticas es su incapacidad para cambiar la tendencia de languidez de la que un día se consideró a sí misma “la vanguardia de la Iglesia”. Se trata de una simple aplicación del criterio legionario “Números, números, números”. Por más que ahora se esfuercen por negar que ese criterio algún día existió. Bueno, pues tómate la sopa que has preparado. Cada vez que tenemos noticia de nuevas estadísticas, lo cual no es fácil, porque, evidentemente, no las hacen públicas, parece que escuchamos los resoplidos del enfermo terminal, que se retuerce en la agonía por mantenerse, un poco más, en vida. La Legión no desaparecerá, nadie se haga ilusiones. Pero sí se reducirá tanto en número como, sobre todo, en significatividad. Para ellos (cuya humildad se jactaba al inculcar a sus miembros que eran “el último esfuerzo del Corazón de Jesucristo por salvar a su Iglesia”, la “vanguardia”, el “bello jardín florido”, el “imperio de la armonía”, los “legionarios del Papa”, la congregación que Dios ha inspirado para estos tiempos…) eso será un tremendo deshonor. Y a veces el deshonor, para la dignidad de una persona noble, puede ser percibido peor que la muerte. En cuestión de deshonor para una persona noble, viene a la mente el “seppuku” japonés, poco cristiano, es verdad, como poco cristianos ellos han sido.

 

Los augurios más sinceros, en el día en que ellos celebran su fundación, serían los que el ángel dirigió a la Iglesia de Sardes (Ap 3, 1-4): “Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en realidad estás muerto. Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios. Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué hora te sorprenderé. Sin embargo, tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su ropa: ellas me acompañarán vestidas de blanco, porque lo han merecido”. Y, sin embargo, ¡ay!, da la impresión de que nadie apreciará este augurio que, repito, es tan doloroso cuanto sincero.