El caso de Maciel y la Legión tiene más trascendencia teológica de lo que parece; no se trata simplemente de aceptar una institución, buscar un carisma y canonizarlo, salir en entrevistas y decir que el Papa me dio una palmadita.
Dios puede obrar lo que quiere cuando quiere y usar al instrumento que quiere. Dios es libre, libérrimo. Pero Dios no se engaña a sí mismo, ni nos engaña (dice incluso el Catecismo, n.156). Para Dios el fin no justifica los medios, porque eso sería la destrucción de la moral y entonces todo estaría permitido. Dios no puede poner un medio malo por un fin bueno (Catecismo 1753).
Entonces, ¿qué es la Legión? ¿qué hay del carisma?
Antes de responder esas interrogantes, quiero reflexionar sobre el papel del “carisma” en el Evangelio. Normalmente se usan los textos de San Pablo; pero el texto evangélico da pistas de dscernimiento muy nítidas.
El padre von Balthasar (uno de los máximos exponentes de la teología del s.XX) hace una exégesis del texto de la resurrección Juan Cap.20,3-10: Al oir a María Magdalena Pedro y el otro discípulo corrieron al sepulcro. El otro discípulo corrió más rápido y llegó primero; pero no entró. Esperó a Pedro y entró después de él…
El otro discípuo, el carisma, llega primero, antecede a la Institución. El carisma siempre llega primero, porque el Viento sopla donde quiere (Jn.3,8). Pero sólo Pedro tiene el poder de atar y desatar (Mt.16,19) y sólo él garantiza la autenticidad del carisma. La declaración de fe que hace Juan en el versículo 8 “vio y creyó”, acontece sólo después de que Institución y Carisma “han entrado”; entonces los discípulos vuelven juntos a casa.
Esta dinámica se da en todos los casos: San Ignacio, Santo Domingo, Santa Teresa de Jesús, etc. y con mucha claridad en el caso del Pobre de Asis, San Francisco.
¿Cómo es el caso de Maciel y su Legión?
Primero veamos la autenticidad de la vocación. El joven seminarista Maciel fue considerado no-apto para el sacerdocio. No fue sólo un obispo, sino dos y además una institución, Seminario Interdiocesano de Montezuma, por tanto con autoridad delegada por parte de los obispos (que enviaban sus seminaristas) y del Papa Pio XI que aprobó el seminario en 1937. Fueron todos ellos quienes negaron la aptitud de Maciel al sacerdocio.
La Institución, la Iglesia, indicó que allí no había una vocación auténtica (los hechos que ahora conocemos, han confirmado firmemente aquel juicio).
Desconocemos qué tipo de arreglos hubo entre Maciel y el obispo de Cuernavaca (la historia narrada por Marcial carece de valor). ¿Engaño? ¿soborno? ¿ilusión espiritual? ¿adulación?
Los documentos de la Santa Sede sobre la ordenación de Maciel son un indicio de la irregularidad del juicio del obispo de Cuernavaca: telegrama (22 mayo 44) pidiendo permiso para ordenarlo sin conlcuir estudios; respuesta negativa 24 mayo 44. Nueva petición 25 mayo 44 y nueva negativa 27 mayo 44…
¿Cómo consiguió ser ordenado aún contra la voluntad explícita del Papa Pio XII (Prot.304/44 del 27 de mayo de 1944)?
(continuará)
Dicen que si eran amantes. Quien sabe?
ReplyDeleteMi conclusión: ¡Ambos eran pederastas!
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