La presente reflexión no es un artículo de divulgación sino una invitación a reflexionar a partir de hechos y documentos. Se incluyen algunas referencias históricas que se han reducido lo más posible tratando de no hacer más largo el contenido. Algunos comentarios se añaden en notas al final del documento para facilitar la lectura.
El tema del perdón no sólo es religioso ni es exclusivamente cristiano, al igual que el tema de la justicia. Ambos aspectos pertenecen a la constitución social del ser humano. Y aunque el cristianismo otorga un “plus” tanto al perdón como a la justicia, ambos vinculados a la vivencia de la caridad al prójimo[1], antes de tratarse de un tema cristiano, el perdón y la justicia son asuntos sociales y humanos[2].
En este sentido la dinámica de reconciliación que han tenido que recorrer algunos grupos humanos y países puede iluminar la problemática que padecen grupos eclesiales que no terminan de superar ciertas heridas. En concreto nos referimos al proceso democrático vivido por Sudáfrica o por El Salvador y en otro sentido por Chile.
Superiores Mayores con sus secretarios |
No Future Without Forgiveness
Después de más de 40 años de un régimen de segregación racial en Sudáfrica, el llamado Apartheid, el país tuvo elecciones y comenzó un proceso de construcción política, civil y social. El periodo de racismo se había caracterizado por un sinnúmero de atropellos y crímenes contra la dignidad humana no sólo por parte de la minoría de raza blanca, sino también por parte de quienes luchaban por su dignidad y libertad.
Nelson Mandela[3], el primer gobernante de raza negra buscó un gobierno de unidad y para ello estableció una Comisión de Verdad y Reconciliación (Truth and Reconciliation Commission) que presidiría el clérigo anglicano Desmond Tutu[4], al igual que Mandela también premio Nobel de la Paz.
La comisión de verdad y reconciliación tuvo un gran impacto en la pacificación del país y en la percepción internacional de la madurez política de Sudáfrica. La convicción fue que sin perdón no hay futuro y así lo plasmó en su libro, “No Future Without Forgiveness”, Desmond Tutu al escribir sobre la comisión poco después de haber terminado su periodo en ella.
Como su nombre lo indica, el eje fundamental de la comisión fue la verdad ya que sólo a partir de ella fue y es posible una verdadera reconciliación. La comisión dividió sus tareas en tres comités: comité de investigación de la verdad sobre los abusos, comité de restauración de la dignidad y de reparación y comité de amnistía[5].
La comisión sudafricana buscó un ejercicio auténtico de justicia restaurativa a partir del conocimiento de la verdad. Nelson Mandela, Desmond Tutu y demás integrantes del gobierno y de la comisión estaban persuadidos de que la mera justicia retributiva (donde sólo se busca castigar a los culpables por sus acciones), quizás habría creado más ardor vengativo lo que finalmente habría conducido a una espiral de violencia impidiendo la reconciliación del país.
Y es que a diferencia de Sudáfrica, en Chile aún no terminan de cicatrizar las heridas de la dictadura militar o del gobierno de Allende. Diversos grupos y otros sectores de la sociedad siguen antagonizando con el recuerdo[6] de las atrocidades.
Tanto Sudáfrica como Chile gozan ya de un sistema de gobierno estable y democrático. Pero hay una diferencia fundamental en la paz social de ambos. La diferencia ha sido la búsqueda de la verdad. En Chile, Pinochet preparó la llegada de la democracia a su país pero estableció límites específicos para impedir que emergiese la verdad del pasado sobre muchos atropellos y crímenes, por tanto no se dio ningún sentido de justicia a las víctimas que hasta el día de hoy mantienen justificados resentimientos.
Para ambos países la democracia fue un nuevo comienzo; Sudáfrica aprovechó el nuevo inicio para mirar a su pasado y reconciliarse con él. En Chile se pensó que era mejor ocultar los hechos dejando atrás el pasado pues recordar la violencia provocaría nuevas hostilidades…, pero “el silenciamiento de la memoria no consigue nunca borrar la huella de la violencia; tan sólo pospone el momento de su purificación”[7].
Usar el nuevo inicio como “borrón y cuenta nueva” no considera que la reconciliación es mucho más que el simple fin de los abusos, pues la recuperación de las personas y de los grupos sociales lleva tiempo. La reconciliación exige, ante todo, respetar y reivindicar la dignidad humana de las víctimas[8].
Aunque el deseo de “borrón y cuenta nueva” o el “pasar página” surjan de una buena intención[9] es algo imposible, pues el ser humano no puede renunciar a su memoria. Y no sólo la memoria llega a ser cultivo de frustración y victimismo sino también cada momento del presente en el que se activa la sensibilidad de las heridas o se encuentra condicionado el futuro por un pasado frustrado. Por ejemplo en el caso de víctimas sexuales de la Congregación fundada por Maciel al no poder expresar una afectividad sin condicionamientos o en el caso de quienes quedaron sin estudios profesionales en cada oportunidad laboral negada por falta de documentos…
En el caso de El Salvador en los acuerdos de paz que firmaron[10] la guerrilla y el gobierno, entre otras muchas medidas de carácter político se decidió el establecimiento de una “Comisión de la Verdad” con la tarea de esclarecer con prontitud la verdad de lo sucedido durante los años de la guerra y de la represión.
La aceptación de la verdad, permitió a la sociedad salvadoreña junto con los cambios políticos iniciar una profunda transformación moral. El informe de la comisión recoge estas afirmaciones: “Arrojar luz sobre la verdad es de esta manera no sólo un componente, sino parte integrante del proceso de reconciliación y reunificación de la sociedad salvadoreña. No puede haber reconciliación sin el conocimiento público de la verdad. No olvidemos que la catarsis, en su significado original en griego, contiene la idea de purificación y se asocia con la renovación espiritual y la eliminación de las tensiones”[11]
La mentira había sido parte de la doctrina oficial en la construcción del gobierno salvadoreño durante la época de la guerra civil (1980-1992). Y es que en todo régimen de injusticia la primera víctima es siempre la verdad; siempre, en todo gobierno construido con mentiras hay un organismo de propaganda y edición de la memoria. Es muy significativo que el Secretario General de las Naciones Unidas, Butros Ghali citara el Evangelio en su informe[12] sobre el proceso de paz en El Salvador mencionando que la verdad dará la libertad una vez que el pasado haya salido a la luz.
«Tantas heridas no podrán cerrarse ignorándolas. Esas llagas deben descubrirse por más que apesten. Luego hay que proceder a limpiarlas cuidadosamente para que cicatricen bien y nunca más vuelvan a infectarse»[13] decía el difunto obispo de San Salvador, Óscar Romero. Forzar a olvidar el pasado es como cubrir una herida esperando que no llegue a infectarse.
El uso de la mentira como elemento de construcción institucional produce también un daño social y una herida que debe ser sanada pues forma parte del atropello a la dignidad humana. No se trata de sólo aquellas mentiras que algún político demagogo emplea para favorecer su popularidad, son las narrativas institucionales las que terminan dañando el tejido social. En este sentido el modelo de reconciliación de El Salvador atendió también a la narrativa mentirosa y no sólo a hechos concretos.
El reconocimiento de la verdad necesariamente implica un sentido de justicia; esto no tiene qué ver con ninguna creencia o sentimiento religioso. Sin querer entrar en la teoría del derecho o la crítica o la epistemología bástenos reconocer que la aceptación de la verdad implica la adecuación con la realidad que necesariamente lleva a reconocer el deber ser.
Cuando no se reconoce la verdad, se dispone la estructura o el grupo social para que se cometan nuevos atropellos y ello también es una forma de injusticia.
Papa Francisco no ha tenido una postura clara sobre "verdad legionaria" |
La verdad como punto de partida
La Comisión de Verdad y Reconciliación en Sudáfrica o la Comisión de Verdad en El Salvador trabajaron sobre hechos cuya valoración es universalmente aceptada. La ejecución, la tortura, el despojo, etc. son hechos que siempre y en todas las circunstancias tienen la misma validez moral[14] y son fácilmente percibidos por toda persona con conciencia “sana”. Pero hay también muchos otros atropellos, abusos y crímenes que no son fácilmente reconocibles y que también hieren a la persona y su dignidad.
Un ejemplo nítido puede ser al abuso sexual. Todo acto de estupro[15] claramente constituye un abuso y es así percibido por toda persona sana; pero ¿puede decirse lo mismo de aquellos casos donde no hay coito[16]? ¿Hasta dónde una caricia puede constituir un abuso sexual? ¿y los besos? ¿y si sólo se trata de desnudo?
Puede haber casos en los que el desnudo no afecte a la persona. Por ejemplo, en una de las apostólicas de Brasil, el Prefecto de disciplina revisó los genitales de los apostólicos. Formados en una línea, tenían que bajarse los pantalones y la ropa interior y después de que el prefecto pasaba revisando, podían volver a vestirse. Algunos apostólicos no vieron mayor trascendencia en ese acto que podían haber asimilado como revisión de higiene; pero hubo quien resultó sumamente afectado por aquel acto tan “bochornoso”. Si lográramos contactar a todos esos adolescentes, ¿Quiénes referirían aquello como un abuso sexual? ¿pudo aquello afectar su desarrollo afectivo al grado de condicionar su vida futura? ¿Este hecho puede considerarse un abuso sexual?
Para evitar ambigüedades o diferencias de interpretación, es necesario establecer un terreno donde todos entiendan lo mismo. A este propósito sirven las definiciones y glosarios, como el que incluyeron los legionarios en su documento[17] Conversión y Reparación del año 2020.
Según la definición que los legionarios tomaron del glosario[18] del Vaticano, el abuso sexual de un menor es «el contacto o interacción entre un menor y un adulto en el que el menor es usado para la estimulación sexual del adulto.»[19].
La definición proporciona un marco de entendimiento cuando las partes involucradas están de acuerdo en su contenido. Entre los legionarios y las Consagradas (3GFs) ha habido abusos sexuales que no entrarían en la definición vaticana porque la víctima no era un menor de edad; sin embargo había una relación de autoridad entre abusador y víctima que podría equipararse proporcionalmente a la relación entre un adulto y un menor. Esta diferencia proporcional implica ya un problema de entendimiento en el “terreno común”.
Por otro lado, siguiendo con el ejemplo del suceso en Brasil; en la “revisión” de los genitales por parte del Prefecto de disciplina no puede establecerse directamente un “uso” de los menores para la estimulación sexual y no puede decirse si ese legionario usará los recuerdos para la auto-estimulación en otro momento. Es decir, de acuerdo con la definición que los legionarios toman del glosario vaticano, este suceso no constituye propiamente un abuso sexual, sino “una triste experiencia de violación de límites”[20]. Parafraseando las respuestas que los legionarios dieron en el caso de Ashley[21], dirán que los hechos son creíbles, pero que no pueden constituir un delito de abuso sexual (de acuerdo con su definición).
De entrada, el hecho en sí mismo constituye ya un abuso de autoridad pues ningún Prefecto tiene facultades para ordenarle a un apostólico a bajarse los pantalones. Pero además, en la mayoría de las legislaciones donde los legionarios tienen presencia, actos de este tipo están tipificados en las leyes penales. En el código penal federal de Brasil[22] se establece como delito la corrupción de menores (art. 218) el atentado contra el pudor (art.214) y la práctica de actos libinidosos distintos de la cópula carnal (art.214). En México el artículo 260 del código penal federal[23] establece como abuso sexual exhibir el cuerpo sin su consentimiento.
Es decir, es necesario establecer en primer lugar un terreno común, un lenguaje común para tener un entendimiento mutuo. El nivel moral de algunas personas impedirá que vean como abuso lo que algunas legislaciones ya tipifican como delito de abuso sexual; si estas personas forman parte de quienes toman decisiones es incluso más importante que haya colegialidad, o mejor dicho una comisión.
Una definición genérica y abstracta sólo suscitará polémicas y en lugar de ser parte del camino de reconciliación, incrementará la suspicacia y la animosidad. La búsqueda de la verdad como parte del camino de reconciliación debe adecuar lo más precisamente posible la definición a la realidad mientras la conceptualización humana lo permita. Ya hay mucho camino recorrido en la mayoría de las legislaciones, ¿por qué querer inventar definiciones genéricas?
Por tanto, la primera tarea de un camino de reconciliación debe ser establecer qué hechos constituyen un abuso y cuáles son sus agravantes. La misma definición de los hechos será como un antiséptico que impedirá que se repitan nuevamente muchos de estos abusos.
Hemos usado el ejemplo del abuso sexual con un caso concreto en Brasil que no está incluido en el informe de los legionarios a pesar de que la materia en cuestión es delicada y grave; pero hay muchos otros hechos que hieren la dignidad humana cuya materia no siempre es grave. Si hechos como frotar a un menor contra el miembro erecto de un adulto o exhibir los genitales de menores son motivo de desacuerdo (con los legionarios), cuánto más lo serán otros temas menos nítidos.
¿Qué es lo que constituye abuso de conciencia?, ¿cuándo podemos hablar de abuso psicológico?, ¿qué elementos se podrían considerar para hablar de fraude por ejemplo cuando se reclutó a jóvenes con la promesa de obtener títulos civiles además de los eclesiásticos?, cuándo se retuvo a un joven en “prácticas apostólicas” por más de 4, 5 y hasta 7 años y después se le “invitó” a salir, ¿puede hablarse de daño patrimonial? Retener a alguien contra su voluntad por supuestos motivos médicos, ¿es privación de libertad?, etc.
Algunos reclutadores vocacionales (ahora conocidos como promotores o responsables de comunidad de discernimiento) usando la investidura sacerdotal llegaron a amenazar a los padres de algún adolescente con la condenación eterna, con el daño a su hijo o con la responsabilidad si su hijo llegara en el futuro a caer en las drogas al no poder entrar en la apostólica. Estas amenazas constituyen un abuso de conciencia y un abuso de poder.
Otros reclutadores, con tal de incorporar jóvenes al “candidatado”, afirmaron que en la Congregación se obtenían títulos civiles además de los eclesiásticos por si la persona llegara a salir. La promesa en sí misma es un fraude y usando la investidura sacerdotal para afirmarla constituye además un abuso de autoridad.
Periodo de discernimiento llamado "candidatado" |
Además de definiciones para hechos o conjunto de hechos concretos, es necesario reconocer otra categoría de actos que igualmente dañan la dignidad de las personas y son parte de un camino de reconciliación. Se trata de las acciones institucionales.
En el caso del abuso de autoridad, de poder, de conciencia o psicológico es posible individuar uno o más legionarios (no necesariamente superiores) como sujetos que, con mayor o menor conciencia[24], fueron “agentes de abuso”. Por ejemplo en el caso de los religiosos que seguían en prácticas por tiempo excesivo (más de 4 años), podría llegar a individuarse un número concreto de personas que tomaron las decisiones de lo que fue un abuso. Se podría argumentar que la decisión final era de Maciel; por ello, más que victimarios, a estos legionarios que preparaban el material para que Maciel tomara decisiones, se les podría llamar agentes de un abuso.
Al final, sean abusos personales o grupales, sea el caso de agentes de abuso donde la responsabilidad además de compartida queda en cierto modo disminuida por el rol que desempeñaban y el papel de la obediencia, al final en todos estos casos es posible reconducir el abuso a uno o más abusadores.
Sin embargo, hay otros hechos que no son atribuibles a una persona o a un conjunto concreto de personas, sino que implican a toda la institución.
Los hechos “institucionales” más que una definición requieren un reconocimiento sincero y veraz como parte del camino de reconciliación. Por ejemplo en 1983 el Papa San Juan Pablo II aprobó el texto de las Constituciones, pero a los religiosos les fue entregado otro texto. Once años después se proporcionó una edición diversa ya con la corrección del texto de parte de la Santa Sede; Marcial Maciel presentó la nueva edición con una carta firmada por Evaristo Sada, en ese entonces Secretario General, en la que hacía referencia a un “error del secretario”.
Durante 11 años se tuvo un texto con algunos números que no había aprobado el Papa. Pero no se trató de un simple error pues cuando un obispo solicitaba las Constituciones, se le entregaba una edición distinta de la de los religiosos; es decir había conciencia y había dolo. Y aunque los números con “error” no eran muchos ni eran trascendentes, el hecho de ocultar conscientemente el texto aprobado implica un dolo.
Algo semejante sucedió con los “Estatutos y Normas del Regnum Christi”. Esta vez se atribuye a Luis Garza Medina la justificación hablando de un “error de imprenta”. El hecho es igualmente doloso. El Papa aprobó un número concreto de estatutos, pero los legionarios los mezclaron con las normas que había dictaminado Maciel. Técnicamente el texto era correcto, se llamaba “estatutos y normas”, en el mismo volumen estaban los estatutos aprobados por el Papa y las normas de Maciel. El problema no está en el “texto” sino en la manera como se entregó a los miembros (legionarios y tercer grado masculino y femenino) pues fue presentado como si todo hubiese sido aprobado por el Papa.
Es por ese motivo que tanto las Constituciones como los Estatutos antes de 2014 eran textos “secretos”. Había normas que indicaban que los Estatutos nunca podían permanecer fuera del librero del superior por más de un día; es decir, no podían ni siquiera conservarse por la noche; ni los Estatutos ni las Constituciones podían salir de casa, etc.
Por un lado el texto de las Constituciones a partir de 1983 es causa de invalidez de las profesiones religiosas (hasta 1994) pues se trata de un fraude doloso; por otro, constituye una afrenta para todos incluso los que habían profesado antes de 1983. La institución mintió llanamente, no fue sólo Maciel o sus secretarios; se trató de un acto “institucional”. En el caso de los Estatutos, si bien se puede argumentar que el contenido que aprobó el Papa se presentó sin alteraciones, tampoco se puede negar que se presentó normativa de Maciel como si hubiese sido aprobada por el Papa, la institución mintió llanamente.
Estos y otros actos tienen que formar parte de un camino de reconciliación. No se trata de escarbar en el pasado para encontrar afrentas, sino de hacer la verdad como parte de un camino de libertad.
Si la institución no es capaz de admitir hechos tan claros como es el dolo en el texto de las Constituciones, ¿cómo puede pensarse que hay sinceridad en su deseo de reparación?
Es decir, el punto de partida implica tanto el reconocimiento institucional de la verdad respecto a determinados acontecimientos que dañaron la dignidad de las personas, como la elaboración de un marco de referencia que permita establecer un suelo común como base del diálogo.
El perdón
A veces los sentimientos religiosos pueden enmascarar lo que debe ser primeramente algo humano. Pero además, en ocasiones se usa la religión como escudo o herramienta para evitar responsabilidades. Esto ocurre con el perdón humano.
El perdón existe ante la imposibilidad humana de deshacer el pasado, según el aforismo “palo dado ni Dios lo quita”.
La disculpa no es perdón; la disculpa se presenta ante accidentes o actos involuntarios; por ejemplo un pisotón en el trasporte público. La persona agraviada al otorgar la disculpa reconoce que el autor del acto no tenía la intención y por tanto de suyo no era culpable[25]. En cambio el perdón hace referencia a un culpable, a un agraviado y a un acto intencional.
La petición de perdón necesariamente implica poner fin a intención con la que se realizó la acción que causó daño. Por tanto, el perdón en sí mismo es un nuevo comienzo. El perdón no sólo trata de dejar una experiencia negativa en el pasado, sino que es un correctivo hacia el futuro; es decir, una forma de comenzar de nuevo la relación interpersonal con el otro.
El perdón implica un tú (el victimario que pide perdón), un yo (la víctima[26] que otorga el perdón) y un qué (la causa de la ofensa). En esta relación, el poder de perdonar corresponde exclusivamente a la víctima; el victimario no puede atribuirse a sí mismo el perdón con su sola petición. Tampoco un tercero puede otorgar el poder de perdonar ni la capacidad de recibir el perdón. Aunque el perdón puede surgir unilateralmente de parte de la víctima en un acto extraordinario donde, a pesar de la indiferencia del victimario, ejerza el perdón; lo normal es que el perdón inicie con el cese de la acción dañina y una petición de parte del victimario.
En la relación tú-yo, victimario-víctima el qué necesariamente implica totalidad; es decir, no resultaría sincera una petición en la que el victimario pida perdón por la mitad de la ofensa, o por unos actos sí y por otros no. En esto, la relación de verdad es fundamental pues la subjetividad sea de la víctima o sea del victimario deben someterse a la objetividad de los hechos. Si la víctima espera petición de perdón por unos hechos que el victimario no está considerando, no se establecerá la relación bilateral que posibilita el nuevo comienzo. Vale lo mismo para cuando el victimario considera sólo algunos hechos en su petición de perdón.
Sólo la verdad de un “terreno común” establece el acuerdo que hace posible el nuevo comienzo entre el yo-víctima y el tú-victimario.
La verdad del “terreno común” implica reconocimiento concreto de los hechos, pues así como el yo es una persona concreta que ha sufrido la acción intencional de un tú, los hechos no pueden diluirse en un genérico que no dice nada: “Te pido perdón por algo” es lo mismo que decir “Te pido perdón por los abusos”. Las generalidades no conducen a nada pues no establecen un qué para la relación bilateral del nuevo comienzo.
La víctima no está lista para el perdón, ni para la sanación cuando atribuye agresiones que van más allá de los actos del victimario; en este caso no será posible establecer un “terreno común” debido a que el daño en la víctima u otros procesos personales le impiden aceptar la verdad objetiva de los hechos. Su personalidad herida puede magnificar los sucesos o puede atribuir otras causas al victimario. Es necesario que la víctima recorra un camino personal (con la ayuda de personas cercanas o de terapias) para enfrentar la verdad como es sin reducciones ni magnificaciones. De igual modo, el victimario no está listo para pedir perdón cuando niega hechos, los minimiza o simplemente acepta aspectos parciales de lo sucedido.
La comisión de acercamiento
Con estas perspectivas, podemos ver los esfuerzos que han hecho los legionarios respecto a los abusos cometidos, por el Fundador, por otros legionarios y por la institución misma.
El primer paso que se dio fue una “Comisión de Acercamiento” anunciada por el obispo Velasio en una carta el 19 de octubre de 2010 e instituida mediante decreto el 15 de enero de 2011 (ver imagen del decreto).
Álvaro Corcuera comunicó[27] a los legionarios que la “Commissione per l'Avvicinamento” dependía directamente del Delegado Pontificio para darle garantías de “objetividad e imparcialidad” y su objetivo era “hablar” (sic) con las personas que habían “solicitado acciones de parte de la Legión a causa de hechos que guardan relación directa o indirecta con el P. Marcial Maciel”[28].
Para muchos, el modo de conformar dicha comisión y sobre todo el alcance de la misma constituyó una afrenta más. El obispo Velasio fue muy enfático al señalar que sólo se atenderían casos relacionados con Maciel y para ello eran las víctimas las que tenían que acercarse a la Comisión. Al final, la comisión sólo llegó a ser una especie de “ventanilla de reclamaciones” en las que se exigía que el daño fuese de parte de Maciel y que no hubiera ningún litigio en curso entre otros requisitos.
El 25 de enero de 2012, la Dirección General de los Legionarios informó[29] que habían sido atendidas todas las personas que habían contactado a la comisión y que cumplían “los parámetros que el Delegado Pontificio había marcado”[30]. El informe decía textualmente: «La Comisión, más bien, ha sugerido respuestas de caridad acompañadas por un apoyo material para ayudar a superar experiencias dolorosas que las personas han referido y que de alguna manera siguen afectando su vida. Por la delicadeza de las situaciones personales y respetando lo que las mismas personas han pedido, el trabajo de la Comisión y la información sobre la ayuda ofrecida se ha manejado con la debida reserva. Los nombres u otros detalles no se harán públicos.»[31].
Después de la comisión del obispo Velasio no hubo ninguna otra acción concreta ni se afrontó de manera integral el tema de las víctimas de la Congregación hasta el Capítulo General de 2020.
Al inicio del Comunicado Capitular de 2020, los legionarios mencionan “enfoques y perspectivas” que habían iluminado todo el Capítulo. Dice textualmente el primer enfoque: «el compromiso de buscar la reconciliación con todos los que hayan sido heridos en su relación con la Legión, y de propiciar la sanación de quienes han sufrido algún tipo de abuso y que merecen nuestro respeto y apoyo»[32].
El enfoque presentó una actitud completamente cristiana en la que los Miembros del Capítulo se dieron la oportunidad de asumir el “tú” victimario e iniciar un camino para pedir perdón. Afirman tener un compromiso de buscar la reconciliación; dicho compromiso no tiene parámetros o requisitos especiales (como tenía la comisión del obispo Velasio) sino que incluye a todos los que hayan sido heridos en su relación con la Legión.
La actitud y el enfoque del número 13 del CCG2020 es excelente. No se limitan sólo a las víctimas de Maciel ni sólo a las víctimas sexuales, no circunscriben el compromiso a un grado de daño o abuso, o exigen ciertos requisitos… sino que hablan de todos los que hayan sido heridos.
Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti… (Mt.5,23)
Con esa actitud y compromiso, para recorrer el camino de reconciliación sólo hacía falta establecer un terreno común que diera inicio al diálogo tú-yo, victimario-víctima. Con una actitud evangélica y de caridad, las personas se acercarían paulatinamente y encontrarían sanación, no sólo las víctimas, sino la misma Congregación.
El compromiso de los Miembros del Capítulo para buscar la reconciliación con las personas heridas por la Legión quedó plasmado en el documento «Conversión y Reparación»[33] que inicia destacando el dolor que causan los comportamientos contrarios al Evangelio. Después declara que los Capitulares reconocen que ha habido delitos cometidos por “algunos” legionarios y por tanto, como representantes de la Congregación “piden perdón a las víctimas de abusos y sus familias”.
That’s it! Esa es toooooda la declaración para pedir perdón y prácticamente tooodo el compromiso de reconciliación. ¿Dónde quedó el enfoque inicial del Capítulo?
En el párrafo siguiente (no.2) , el documento incluyó el “yo” de varias víctimas[34] que en su momento advirtieron a la Congregación para corregir el rumbo de abuso sexual, de poder y de conciencia de parte de Maciel y de otros legionarios. En el número 3 del mismo documento, piden perdón (los Miembros del Capítulo) por la ceguera y omisión que llegó a dañar la reputación de esos exlegionarios mencionados.
Los miembros del Capítulo General NUNCA pidieron perdón por los abusos de conciencia, NUNCA pidieron perdón por el abuso de poder o de autoridad hacia esas víctimas o hacia otras, NUNCA pidieron perdón a quienes resultaron heridos en su relación con la Legión. Y lo que es peor, los miembros del Capítulo ni pidieron perdón a esas víctimas históricas por los abusos sexuales… ya habían pedido perdón en genérico dos párrafos atrás.
Se supone que los miembros del Capítulo General hablan oficialmente a nombre de la Congregación y de cada uno de sus miembros, incluido el Fundador. Pero en el documento «Conversión y Reparación» pareciera que sólo asumen el “tú” de quien fue omiso y ciego a creer las acusaciones; es decir, ellos en cuanto Superiores y autoridades en la Congregación. Textualmente dice el No.3 «Retractamos los juicios negativos, institucionales y personales, sobre el carácter y las motivaciones de las personas que presentaron acusaciones legítimas y necesarias. Hoy reconocemos como profética su denuncia en favor de la verdad y la justicia (cf. Mt 5, 6). Pedimos perdón por nuestra ceguera y omisión, que llegó a dañar su buen nombre, y les agradecemos el bien que hicieron no solamente a nosotros sino a la misma Iglesia católica (…)»
Los “Capitulares” sólo reconocieron una parte: Reconocieron la omisión por la “ceguera y omisión” y asumieron indirectamente los hechos mostrados en el informe[35]. ¿Y el abuso de conciencia? ¿Y el abuso de poder? ¿y otro tipo de abusos? ¿Y las personas heridas? Ni siquiera llegaron a pedir perdón por las calumnias realizadas contra las víctimas históricas.
Es verdad que en el Comunicado[36] Capitular del 2014 ya se había pedido perdón (no. 272) por los comportamientos[37] del Fundador, Marcial Maciel, pero se trató de una declaración en la que los Capitulares reconocían que Maciel nunca pidió perdón a sus víctimas.
La “comisión” de Verdad de los legionarios
Un Capítulo General no es una comisión de “verdad y reconciliación”, y por tanto las declaraciones de perdón recogidas en el Comunicado son más un gesto simbólico que introduce acciones específicas para buscar el perdón, la reconciliación y la reparación.
Las acciones específicas del Capítulo que manifestó el compromiso de reconciliar «todos los que hayan sido heridos» fueron presentadas en el documento «Proteger y Sanar»[38] (PyS).
De entrada el documento PyS incluye en el subtítulo una restricción que choca con la apertura mostrada en el número 13 del Comunicado Capitular; mientras que el Capítulo General habla de todos los heridos, PyS indica que es para fomentar la sanación reconciliación con las víctimas de abuso sexual.
PyS dedica nueve párrafos para protocolos y principios de acción que buscan la sanación y la reconciliación. Pero más allá de seguir el modelo chileno de Augusto Pinochet esos párrafos no sólo tienen un control total de todo, sino que además la Congregación se presenta a sí misma como juez y garante de cualquier iniciativa.
En esos nueve párrafos sólo hay una acción concreta en la búsqueda de la reconciliación. En breve: En el §1 (num.3 de PyS) se comprometen a escuchar y ayudar a las víctimas sexuales y sus familias. §2 hablan de órganos de escucha, pero se limitan a una lista de teléfonos que incluyen con un enlace web. En el §3 “fomentar iniciativas” de justicia restaurativa, lo cual derivó en promover el servicio de eshmá[39]. El §4 dice que la Congregación está dispuesta a pagar terapias y otras ayudas, pero no se define nada. La única acción concreta (incluso el único verbo en los 9 párrafos conjugado en futuro) está en el §5 y se refiere a seguir investigando; es lo que equivaldría a una “comisión de la verdad”. El §6 es una continuación de la acción anterior; es decir, el esclarecimiento de responsabilidades de los casos de abuso sexual; este párrafo tiene una acotación que más adelante señalaremos. Los §7 y §8 no incluyen ninguna acción de reconciliación, sólo hablan de capacitación interna. El §9 establece que no pueden someter a las víctimas al silencio con acuerdos mordaza; en realidad no es una acción de reconciliación, sino una acción de no re-victimización.
Al final, después de toda la propaganda y comunicados durante y después del Capítulo General, ¿qué hay en claro?
Dos cosas: una lista de teléfonos[40] para atención a víctimas y la declaración de que continúan internamente con la investigación[41]. Es decir, no se puede hablar de una “comisión de la verdad” porque no se tiene referencia de lo que se investiga, de la metodología de la investigación ni de la imparcialidad u honestidad[42] de los investigadores.
La apertura y sinceridad mostrada en la parte inicial del Comunicado Capitular continuamente viene acotada, restringida y mermada cuando se trata de llevar las promesas a la acción. Un ejemplo claro es el §6 (PyS num.8) donde indican que revisarán la negligencia o encubrimiento en el manejo de los casos de abuso sexual; pero sólo de casos de acusación sustanciada. ¿Y quién determina si la acusación fue sustanciada? La negligencia y el encubrimiento pueden presentarse incluso en acusaciones “no sustanciadas”… Faltaría una comisión que analizara los casos…
En definitiva, el “esfuerzo” de «Proteger y Sanar» resulta fallido por falta de objetividad y por incompleto… pero esto es un mal ya conocido en la Congregación. Ellos son la medida con la que se miden a sí mismos.
El Capítulo General a través de «Proteger y Sanar» pudo haber decretado la erección de una comisión de verdad y reconciliación; en su lugar, ellos se limitaron a presentar una lista de teléfonos[43] para estar abiertos a la escucha. De la ventanilla de reclamaciones del obispo Velasio, evolucionaron a una lista de teléfonos y a la recomendación de un organismo del País Vasco que tiene el mismo nivel de trasparencia que los legionarios.
CG2020: Compromiso de reconciliación con todos los heridos por la Legión |
En el caso de los legionarios, podría pensarse que la vivencia religiosa sería un elemento catalizador para facilitar un camino de reconciliación. Pero la Congregación optó por seguir el camino chileno; es decir, primero trataron de imponer un “borrón y cuenta nueva”; después debido a la presión mediática publicaron un decreto que sólo sirvió para revelar lo que ya se sabe que son: la medida de sí mismos.
Pero los legionarios no estuvieron solos en este camino. La idea de ocultar el pasado sin reconciliarse con él fue avalada también por el obispo Velasio de Paolis. Textualmente él se negó a emprender una “cacería de brujas”[44] y con ese apelativo a un proceso de búsqueda de la verdad indicó con claridad su disposición subjetiva y controlada hacia el bien de las personas y ultimadamente de la Congregación.
Mucho se ha comentado la actuación del obispo Velasio de Paolis; pero sea cual fuere la valoración que se dé a su gestión como Delegado Pontificio de la Congregación fundada por Maciel, es un hecho que siguió una línea semejante a la de Augusto Pinochet buscando dejar atrás el pasado mediante el uso de la autoridad sin importar qué tan atroces hubiesen sido algunos hechos. Así, al negarse a la verdad, Velasio de Paolis se convirtió también en un re-victimizador y en lugar de sacar a la Legión del túnel[45], simplemente prolongó su agonía[46].
El abuso sexual como cortina
Debido a que la presión social y eclesiástica fue mucha, paulatinamente primero con Eduardo Robles-Gil y después con John Connor, los legionarios han venido aceptando con mucha dificultad algunos hechos que han dañado a las personas.
Por ejemplo, Eduardo Robles-Gil acepta[47] que ha habido abuso de conciencia y abuso de autoridad; dice en el protocolo DG-LC 2153-2018 al presentar un breve análisis de la situación en las apostólicas: «Poca claridad en el discernimiento vocacional, presuponiendo la existencia de un llamado y motivando constantemente a los alumnos al seguimiento de la vocación religiosa en la Legión»[48]. ¿Qué han hecho los legionarios al respecto de este reconocimiento?
En otro párrafo del mismo documento, Robles-Gil afirma tímidamente las dificultades que enfrentan los exalumnos de las apostólicas «es también un hecho que percibimos en algunos jóvenes que han hecho esta experiencia formativa carencias, algunos en la madurez afectiva, otros en el discernimiento vocacional que les han dificultado afrontar con serenidad su futuro dentro o fuera de la Legión»[49].
Es decir, en una comunicación oficial del año 2018, los legionarios ya reconocen que ha habido cierto daño por el simple hecho de haber pasado por un centro vocacional. ¡Atención! No se trata de un daño absoluto ni de una experiencia negativa total, no se trata de cancelar todo lo legionario ni de “demonizar” toda la experiencia. “Numerosos grupos de alumnos se han beneficiado de la formación” en la apostólicas dice el mismo párrafo. La mayoría de los apostólicos han recibido muchos bienes, buena formación, ambiente sano, etc. Pero las deficiencias formativas de los legionarios han causado cierto daño que afecta más a unos que a otros.
No todos los que han pasado por el centro vocacional podrían llamarse “víctimas” (ni lo son), porque es un hecho que cada persona asimila, según su psicología y su entorno familiar, las circunstancias.
El punto importante a destacar es la conciencia que hay, incluso expresada en un documento oficial, de que ha habido un cierto daño, dice Robles-Gil: «les han dificultado afrontar con serenidad su futuro».
Con esta conciencia, el Comunicado Capitular (no. 13) estableció el compromiso de sanar a todas las personas heridas, pero no se concretó nada aunque el secretario del Capítulo prometió que se afrontarían otro tipo de abusos después del Capítulo. El Superior General, John Connor también dijo meses después, que estaban analizando el modo de afrontar otros abusos. Han pasado 5 años, aún no se ha hecho nada.
En cierto sentido la Congregación ha usado el abuso sexual como cortina para cubrir los demás abusos mucho más numerosos y mucho más difíciles de afrontar.
No es de extrañar que se estigmatice a los legionarios como abusadores sexuales; ellos mismos han propiciado tal imagen.
Los legionarios tuvieron una oportunidad única de un nuevo comienzo, de una auténtica renovación, de una metanoia. Pronto concluirá el periodo del actual gobierno y no sólo los números aparecerán mermados, sino también el ánimo y la identidad religiosa. La Congregación se destruye a sí misma… se está destruyendo a sí misma al huir de la verdad[50]. Los legionarios no son un estado o una nación al que puede sobrevenir una nueva forma de gobierno, a diferencia de Chile, huir de la verdad es aniquilarse.
Después de todo, como dice el aforismo “no se puede pedir peras al olmo” (Mt.7,17) y “todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego”. En la obra de Maciel sigue habiendo buenos frutos, pero no son de la Congregación o de la Federación, porque “el árbol malo da frutos malos” sino ex opere operantis; es decir, debido al fervor, rectitud de intención y santidad de tantos cristianos relacionados con ella. Por ello Jesús usa la imagen del trigo y la cizaña: hay frutos y hay heridos.
En la naturaleza del olmo no está dar frutos, no debe ser echado al fuego mientras esté sano; pero una congregación religiosa no es una multinacional, sino un árbol puesto para dar frutos. A medida que los buenos cristianos con su fervor se alejen de una institución que hiere y no reconcilia, los frutos dejarán de verse y se sabrá que “ya también el hacha está puesta a la raíz” (Mt.3,10).
[1] 1Jn.4,20
[2] La dimensión social y humana del perdón no habría sido conocida sin la influencia cultural del cristianismo. En los lugares donde ha habido perdón social han sido personas religiosas y cristianas quienes lo han promovido.
[5] El comité de amnistía recibía las solicitudes de perdón por los crímenes cometidos, y admitía o no la solicitud dependiendo de la gravedad de los hechos. La mayoría de las solicitudes fueron rechazadas debido a la gravedad de los sucesos.
[6] No se trata sólo de un mero recuerdo de memoria, sino de la vivencia en el presente de las consecuencias del daño sufrido en el pasado.
[7] Robert Schreiter, Violencia y reconciliación Misión y ministerio en un orden social en cambio, Sal Terrae, p.40
[8] Rafael Aguirre, La verdad, la justicia y el perdón ante la victimación, Universidad de Deusto
Bilbao, Eguzkilore, Num. 12
[9] Muchos legionarios, pero también exlegionarios y otros miembros de legioleaks han indicado que es mejor “pasar página por salud”.
[10] Acuerdos de paz de Chapultepec. Cfr. https://es.wikipedia.org/wiki/Acuerdos_de_Paz_de_Chapultepec
[11] “Presentación del informe de la Comisión de la Verdad”, ECA, 553, marzo de 1993
[14] Juan Pablo II, Veritatis Splendor No. 82 Cfr. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_06081993_veritatis-splendor.html
[15] Se entiende por estupro la relación sexual o coito con penetración sin que haya consentimiento de la persona.
[16] Se entiende por coito la unión sexual mediante los genitales.
[17] https://www.0abusos.org/wp-content/uploads/2020/02/conversion-reparacion-proteger-sanar-informe-abusos-legionarios.pdf
[19] Glosario de Proteger y Sanar Ibid. p. 17
[20] Es la frase que usó John Connor para descalificar lo que sí constituía claramente un abuso sexual donde un legionario usaba a una menor, Ashley, para su propia estimulación sexual. Ver caso en: https://liberabitveritas.blogspot.com/2020/03/acerca-del-traspaso-de-los-limites-y.html
[22] Decreto-Lei nº 2.848 de 07.12.1940 alterado pela Lei nº 9.777 em 26/12/98
[23] Actualizado en marzo de 2015: https://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/programas/mujer/6_MonitoreoLegislacion/6.0/12_DelitoAbusoSexual_2015dic.pdf
[24] Más adelante abundaremos sobre esto. No se trata de juzgar al interior de las personas como dice el aforismo de internis neque Ecclesia.
[25] A este respecto se pueden consultar la reflexiones de Clive Staples Lewis recogidas en castellano en “El perdón, y otros ensayos cristianos”, Ed. Andrés Bello, Chile.
[26] Entendemos por víctima a la persona o personas que han sufrido una agresión injusta. La agresión puede ser sexual, psicológica, de conciencia, de autoridad o de poder.
[27] Prot. D.G.443-2010/13
[28] Ibid.
[29] Nota informativa de la secretaría general de la Legión de Cristo y del Regnum Christi, Número 10, 25 de enero de 2012
[30] Ibid.
[31] Ibid. inciso 2
[32] https://legionariosdecristo.org/es/wp-content/uploads/2020/03/comunicado-capitular-legionarios-2020.pdf num. 13, a.
[33] https://www.0abusos.org/wp-content/uploads/2020/02/conversion-reparacion-proteger-sanar-informe-abusos-legionarios.pdf
[34] Federico Domínguez, Luis Ferreira, Juan José Vaca, Juan Manuel Fernández Amenábar, Félix Alarcón, José Barba, Saúl Barrales, Alejandro Espinosa, Arturo Jurado, José Antonio y Fernando Pérez Olvera.
[36] https://www.legionariosdecristo.org/direcciongeneral/wp-content/uploads/sites/13/2018/03/Comunicado-Capitular-del-2014.pdf
[37] En su momento, el párrafo 272 del comunicado capitular de 2014 suscitó molestias por la falta de honestidad de los Capitulares pues mencionaban que Maciel había sido sancionado por la Santa Sede cuando en realidad no sólo nunca hubo sanción, sino que además los legionarios le proporcionaron una vida muy acomodada en sus últimos días.
[38] https://www.0abusos.org/wp-content/uploads/2020/02/conversion-reparacion-proteger-sanar-informe-abusos-legionarios.pdf
[39] Eshmá se presenta como un equipo independiente de larga experiencia en el acompañamiento de personas; sin embargo el dominio web fue registrado en agosto de 2020, poco antes de que los legionarios anunciaran su “colaboración” con el canal “seguro e independiente”.
[40] PyS No.4 indica que se deben establecer órganos permanentes de escucha.
[41] PyS No.7 indica que la Congregación continuará con el esfuerzo de investigación y esclarecimiento de los casos de abuso de su pasado
[42] En el pasado ante algunas acusaciones de abuso sexual, los legionarios encargaban a Octavio Acevedo a Raymund Cosgrave entre otros a realizar “investigaciones” las cuales concluían en la inocencia del abusador y desestimando los hechos. Puede por ejemplo considerarse el amplio testimonio en ReGain donde participan tanto Luis Garza Medina como Raymund Cosgrave. Ver https://regainnetwork.org/2010/03/05/chain-of-sexual-abuse-in-the-legion-of-christ/
[43] El documento PyS en la sección de “Protocolos de acción”, No.4 incluye un enlace a los órganos permanentes de escucha… que lleva a la lista de teléfonos de los responsables de ambientes seguros.
[44] En conferencia en el entonces “Centro de Estudios Superiores”, el obispo Velasio declaró que no emprendería una cacería de brujas para individuar la participación de otros sacerdotes en los crímenes de Maciel. Dijo que posiblemente pagarían justos por pecadores. Muy pobre concepto de justicia tenía… Conferencia Junio, 2011.
[45] https://www.vidanuevadigital.com/2012/03/23/velasio-de-paolis-vengo-a-sacar-a-la-legion-del-tunel/
[46] La reciente carta del Superior General, John Connor, muestra cómo la Congregación sigue decayendo. Ver https://liberabitveritas.blogspot.com/2023/09/ellos-tambien-sufren.html
[47] Ver Prot. DG-LC 2153-2018 fechado el 21 de mayo de 2018 que presenta el plan general formativo de los centros vocacionales (apostólicas).
[48] Ibid. Elenco en el punto 1° del análisis.
[49] Se trata de una afirmación “tímida” porque el protocolo introduce la presentación del nuevo plan formativo para las apostólicas mencionando algunos de los problemas más evidentes.
[50] En otra reflexión vale la pena analizar cómo era imposible que con el liderazgo interno se diera un cambio de mentalidad – metanoia. El gobierno de Corcuera aplastó, con la venia del Delegado Pontificio, cualquier forma de liderazgo interno. Incluso algunos superiores territoriales comentaron que “no se permitirá ningún esfuerzo de renovación que no venga de la Dirección General”.
Hola, mi nombre es Veronica coordinadora de Post producción y trabajo para Anima Films. Te contacto porque estamos haciendo un documental sobre Marcial Maciel y estoy interesada en unas fotos. Te dejo mi mail para que me contactes: marganveronica@gmail.com Saludos!
ReplyDeleteEl objetivo del documental es desenmascarar quien fue realmente Marcial Maciel, contamos con los testimonios de Juan Vaca, José Barba, Alejandro Espinosa junto con varios periodistas a nivel global, Jason Berry, Idoia Sota que investigaron tanto a Maciel como a la Legión mientras éste fue su líder.
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