Alrededor del Maciel se formó un grupo de legionarios que fueron fieles cofundadores. Hay una lista de 52 (The deck of cards) de quienes fueron sus más cercanos colaboradores. Dentro de la Legión se les conocía como los ‘Padres Graves’.
En realidad, los 52 eran el núcleo duro de macielistas que durante años ocuparon puestos de gobierno, asistieron a los capítulos generales, generaron cantidades fabulosas de dinero para el Fundador y mantuvieron la disciplina férrea al interno de las comunidades. Fueron ellos los que facilitaron la fabricación de unos estatutos falsos, la impresión y distribución de documentos plagiados, las campañas de prestigio contra víctimas o contra los que conocían la putrefacción que impregnaba la metodología legionaria.
Cuando se desató la crisis en la congragación a raíz de la revelación de la vida diabólica del fundador defendieron a la Legión, apartaron a las voces que clamaban justicia y desobedecieron las indicaciones del Vaticano que invitaba a Maciel a una vida de penitencia y oración. Fueron ellos los que organizaron el funeral sacrílego del abusador. Ellos fueron los cofundadores fieles.
En los años subsecuentes al escándalo jamás hablaron públicamente de su rol en el encubrimiento de Maciel, jamás se distanciaron de él, jamás reconocieron el papel que ellos habían jugado en la destrucción de las vidas de tantos hombres y mujeres. 12 de ellos ya han fallecido.
Sin embargo, esta nota no es para revisitar la culpabilidad de estos ‘Padres Graves’ sino para lamentar sus vidas. Ellos siguieron a un ‘falso profeta’. Entregaron sus vidas a una congregación que desde sus inicios fue un fraude. Algunos de ellos entraron en la Legión para ser misioneros, pero terminaron tomando vacaciones en la Isla del Padre, jugando golf en el campestre y viajando en primera clase. Son los tristes payasos de que habla la canción ranchera que le gustaba a Maciel, pues por dentro sabían que Maciel los había utilizado y ellos se dejaron utilizar.
“En cofre de vulgar hipocresía
ante la gente oculta mi derrota;
payaso con careta de alegría
pero tengo por dentro el alma rota”
(Javier Solís)
Pidamos por ellos.
No aplica el verso de la canción, ya que no fracasaron ni fueron derrotados en sus objetivos y tampoco tuvieron el alma rota, sino transformada en la de hijos del demonio que eligieron, así que no hay que mancillar esa canción embarrando la con tal podredumbre y suciedad.
ReplyDeleteYo veo que sí son derrotados; pensaban servir a Dios y fueron engañados siguiendo a un falso profeta. Muchos de ellos de verdad llevan un alma rota o han muerto con una tristeza tremenda.
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