Parte 2 de 3
El presente texto es una continuación del comentario a la carta de Connor. La reflexión anterior analizó los elementos que refleja la visión de Connor para “integrar la historia” de la Congregación y su base “carismática”.
El número 2 de la carta de Connor se titula: “¿Que nos falta? Conversión en hombres nuevos”. El primer párrafo de este segundo apartado se refiere a la conversión inicial y el seguimiento de Cristo. Sólo es una introducción para describir la situación actual en el segundo párrafo, el cual está lleno de significados.
Dice Connor “caminamos más lentamente” y luego señala una de las causas “Tal vez vemos a algunos de nuestros hermanos apartarse del camino y nos desalentamos”.
¡Atención al sofisma! Connor reflexiona sobre la situación actual y de modo inconsciente proyecta muchos condicionamientos internos propios de alguien formado por superiores del núcleo duro. Repasemos las ideas de los dos primeros párrafos…
El bautismo nos hizo hombres nuevos. La semilla bautismal creció hasta el momento de la conversión y seguimiento de Cristo; cita la carta a los Efesios y cita la edición actual de las Constituciones. Cambia de párrafo, ahora usando la imagen del camino donde se avanza lentamente. Constata cómo algunos compañeros eligen otro camino y eso causa desaliento en los que permanecen en la Congregación. Usa la imagen de los senderos al margen del camino como vías de distracción. Menciona el cuestionamiento a la ruta marcada por la falta de frutos.
Caminar lentamente
Lo primero que salta a la mente es la pregunta ¿a qué ritmo se debe caminar? ¿qué significa caminar lentamente? Si hablamos de la Congregación deberíamos tomar aquel leit motive “al paso de la Iglesia”, ¿no? Pero el contexto en el que Connor introduce esta imagen es la del camino de santidad y la propia conversión; por tanto el ritmo no es algo que pueda definirse a placer, sino que es Dios, el único autor de la santidad, el que marca el paso.
Evidentemente, la imagen del caminar más lentamente proyecta la actitud humana de cansancio y se refiere a la colaboración humana en la propia santidad. Hasta allí todo sería simple. Sin embargo los dos enunciados siguientes determinan la intención de Connor al señalar el cansancio en el camino. No puede tratarse de una exhortación a espabilarse en el camino de la santidad puesto que habla de una constatación causada por el desaliento, la distracción y la duda.
El desaliento
Caminamos más lentamente porque nos desalentamos. Nos desalentamos porque compañeros nuestros se apartan del camino. Este desaliento es muy humano, normal y en cierto sentido psicológicamente sano. Perder un compañero siempre causa tristeza y hasta desaliento.
Connor simplemente dice “apartarse del camino”. Y aquí late nuevamente el sofisma. El contexto es el camino de la santidad. Declarar que alguien se aparta del camino de la santidad equivale a decir que se fue a vivir como un libertino (Lc.15,13) o como diría el otro hijo “a devorar tu herencia con prostitutas” (Lc.15,30)…
El sofisma es claro. Connor inicia hablando del camino de la santidad e introduce en la imagen el camino en la Congregación. Lo que causa desaliento es perder compañeros que han salido, pero Connor usa la imagen para sutilmente estigmatizar a los que salen.
Recordemos algunas de las innumerables ocasiones en las que se ha condicionado el discernimiento con estos falsos razonamientos. Desde el reclutador que amenaza a los padres de un niño con el fuego del infierno, hasta la canción de Mocedades que ponían antes del verano en las apostólicas de España “Has perdido tu tren”. En la conferencia de Sylvester Heereman titulada “La recta final” dice que quienes salen lo hacen por pensar inadecuadamente y por falta de humildad, etc.
Si por un lado la tentación del desaliento es humana ante la pérdida de compañeros, por otro lado, no es correcto tergiversar ese sentimiento humano para sutilmente denostar a quienes disciernen seguir otro camino.
Quien se aparta de la Congregación, NO se está apartando del camino, está siguiendo su propio camino… que se hace camino al andar.
La distracción
Lo que se ha dicho del desaliento, puede decirse de la distracción. Es el mismo contexto y el mismo juego de imágenes. ¡Cuánto hubiera cambiado la sentencia de Connor si hubiera expresado la misma frase pero invitando a colocar la mirada en Cristo! No, sólo constata que hay muchos legionarios mirando senderos alternativos.
La duda
La duda es el preámbulo del desánimo en una vida de perfección (vida religiosa). Nos referimos a la duda inquietante y no a las interrogantes que exigen discernimiento. Pero John ya no se refiere del camino de santidad, ni a la santidad religiosa. Habla de la “ruta marcada”, es decir, del programa, guía y calendario, del “plan para los próximos años, Apóstoles según el Corazón de Cristo, que marca una visión y unas prioridades”.
El camino de la santidad nunca tiene una ruta marcada; por tanto Connor juega con el contexto de la conversión y la “fidelidad” al programa, guía y calendario. Muy sutil.
Después de este párrafo, Connor retoma la reflexión espiritual de la mano de San Ignacio y del P. Louis Lallement a falta de una espiritualidad propia.
La batalla espiritual
El tercer inciso de la carta es un retrato profundo de la Congregación en su momento presente. John retoma la reflexión espiritual pero vuelve a referirse al desaliento la distracción, la desconfianza, etc. Pero esta vez como obra del demonio.
El demonio ataca a la Legión con la tentación de no integrar la historia.
Sin negar la obra del demonio, el negacionismo de la historia obedece más a factores psicológicos, generacionales e ideológicos.
En cuanto a los factores psicológicos y generacionales es tarea de cada persona ayudados por la institución trabajar en superar los tabúes que se han creado con las esperanzas lastimadas. Ambos factores dependen mucho de contar con elementos que permitan hacer un juicio sano y verdadero sobre la historia. Por ello el factor ideológico es el que realmente determina la posibilidad de “integrar la historia”.
Es imposible “integrar la historia” sin la verdad completa. Por tanto, si se habla de la acción del demonio, han sido los mismos superiores quienes han hecho el juego del demonio al trastornar la verdad, ocultarla o colorearla.
La prueba de que los superiores han hecho el juego del demonio es la “discreción” con la que manejan la “versión oficial” de la historia. Públicamente sólo muestran cronologías escuetas tratando con algodones los eventos “delicados”. Realizan entrevistas (y las publican) para subrayar la línea editorial mientras que borran cualquier rastro de exmiembros que aunque fueron parte de la historia, ensombrecen la línea editorial. Uno de los ejemplos recientes más destacados es el “homenaje histórico” al Noviciado de Salamanca cuya versión oficial oculta a todo aquel que haya denunciado a Maciel. Imposible hablar de Salamanca sin mencionar a los hermanos Luis y Carlos de la Isla, ¿cuántos religiosos saben que las causas del incendio del ático fue un atentado contra Rafael Arumí? (Hecho que después narró Maciel apropiándose la victimización). En redes sociales se ha caracterizado el negacionismo histórico de la Congregación como “el ministerio de la verdad” (siguiendo a Orwell).
¿De qué sirve que John Connor exhorte a integrar la historia si él es parte de la negación[1]?
Carlos de la Isla, uno de los cofundadores "borrados" |
El segundo ataque del demonio es precisamente uno de sus nombres: el diablo.
Diablo quiere decir el que divide. Ya desde la gestión de Corcuera habíamos señalado como la unidad artificiosa que mostraba la Congregación, se había roto. Ahora no sólo se muestra la división, sino que resulta problemática.
Connor es más consciente que Robles Gil del problema y se refiere a ello como tentación del demonio. Habla de la división ideológica refiriéndose a quienes están atorados en el pasado y a quienes han abandonado las tradiciones en pos de una renovación. También habla de la división generacional, que es algo normal de todo grupo humano y que han enfrentado todas las Congregaciones.
Pero Connor habla de tentación del demonio, porque la división generacional tiene un componente ácido a diferencia de otras congregaciones. Dice John (citando a Ghirlanda) que las generaciones mayores son «memoria sabia del Instituto»… ¿Cómo puede ser eso si la mayoría de “los mayores” encubrieron a Maciel y aquel que no lo hizo fue “encapsulado”? Luego habla de las generaciones jóvenes (siempre citando a Ghirlanda) diciendo que son “un eslabón en una cadena que trasmite”… ¿qué trasmite qué? ¿la inspiración carismática de quién?
El tercer ataque del demonio, según Connor, es la vergüenza. Pero los razonamientos de Connor envuelven sofismas; habla de “tentación” y presenta hechos. Los hechos son objetivos, la actitud que cada quién tome frente a los hechos será diferente como quien ve un vaso con agua a la mitad y unos dicen vaso medio lleno y otros dicen vaso medio vacío… pero Connor señala esto último como tentación del demonio.
Connor menciona tres hechos objetivos y de allí deriva algunas consecuencias. Los hechos son:
* No tienen una historia inspiradora… de hecho ni siquiera hay claridad en la historia
* No tienen un fundador santo… al contrario tienen un criminal
* La Iglesia ya no confía en ellos… algo que han ganado con muchos méritos
De lo anterior Connor deriva las siguientes afirmaciones:
* Dios ya no tiene a la Congregación como parte de su plan de redención.
* Imposible “recuperarse” de una situación así
* Sólo queda hacer cosas buenas
Todo lo dicho son VERDADES, pero Connor afirma categóricamente que son mentiras. Los primeros tres hechos son verificables objetivamente. En cuanto a las afirmaciones, resulta tremendamente pretencioso afirmar que uno mismo es parte del plan de redención[2].La segunda afirmación es también correcta, la Congregación de Maciel nunca recuperará el prestigio que tenía ni podrá jamás volver a tener el empuje y respaldo de que gozaba.
Connor llama a esto una mentira y exhorta a la confianza en Dios. Hubiera sido más sensato reconocer la objetividad de estos hechos, llamar a las cosas por su nombre y enfrentar la realidad con plena confianza en Dios.
¿Cuáles son los resultados objetivos de la situación actual de la Congregación? John ennumera varios y son el objeto de su desaliento:
· Desconfianza en los demás. Los mismo legionarios señalan en sus cuchicheos (cosa que antes no pasaba) que John mismo desconfía de todos y basta la más mínima acusación para poner en entredicho la reputación de cualquier religioso.
· Crítica estéril: Recordemos que la crítica constructiva no se permitió y Velasio y los Superiores aplastaron cualquier voz por más constructiva que fuera. ¿Qué les quedó? La crítica estéril.
· Disminución de vocaciones: ¿Qué persona normal querría ingresar a una Congregación fundada por un psicópata y depredador sexual? Además, ¿qué testimonio de anti-caridad han dado una y otra vez hacia las víctimas que ellos mismos crearon? No sólo no debería haber disminuido el número de ingresos, sino que no deberían de tener ninguna vocación.
· Laxitud en la observancia religiosa: Y esto es una consecuencia normal de la falta confianza en los superiores, que ellos mismos provocaron
Connor cierra el inciso reiterando el tema de la historia. “Tenemos una historia qué contar” Habría qué preguntarle a John: “Sí, ¿cuál? ¿la de la línea editorial aprobada o la verdadera historia? ¿la historia con la que los superiores han hecho el juego al demonio o la historia de la verdad que no huye de la luz?
C o n t i n u a r á
[1] Mencionamos que él es parte de la negación por conservar la línea editorial que data desde Maciel y que tanto Corcuera como Robles-Gil continuaron; es decir, revisar la historia, editarla y ofrecer una versión “inofensiva” a la imagen de la institución.
[2] No hace falta entrar en la discusión teológica de los instrumentos salvíficos o la participación en la propia salvación (S. Agustín Serm. 169 XI; PL 38, 923). La afirmación en la carta de John se refiere a una autoproclamación de la Congregación como “postrer esfuerzo del Corazón de Jesús” (Maciel)