El
tema de la renovación es como un prisma que revela múltiples colores
dependiendo de la experiencia que haya tenido quien afronta el tema.
Desde
un ‘nunca ha sido necesaria una renovación’, pasando por ‘ya hemos sido
renovados’ hasta ‘no hay renovación posible’, el arcoíris incluye toda la gama
de colores.
Es
evidente que un cambio de nombre no es renovación; así como es evidente que
tratándose de una realidad contingente siempre está en movimiento y cambio.
¿Qué hay pues de la renovación a 10 años de la coyuntura?
Alguno
ha escrito que él cree en la posibilidad de cambiar… lo cual es algo evidente,
siendo que la mayoría de los que ingresaron a la Legión, lo hicieron de buena
fe, con espíritu de sacrificio y con pureza de intención.
|
"Asesor" Pontificio, Gianfranco Ghirlanda, SJ |
Conviene
distinguir distintos ámbitos de renovación para evitar equívocos. Cada uno de
los miembros de la Congregación y del llamado 3er grado (sea cual sea su nombre
actual o su denominación jurídica) debe vivir y asimilar un proceso personal.
Primero en el plano psicológico (humano) y después en el espiritual. La oración
“Indue me, Domine, novum hominem”
(Eph.4,24) sólo tiene sentido si hay convergencia entre el pensmiento (raciocinio)
y las intenciones (voliciones). Un divorcio entre ambos ámbitos obedece las más
de las veces a problemas subyacentes. Se ha dicho mucho al respecto, pero poco
con profundidad; y ciertamente no hay estudios más rigurosos. Los legionarios y
las personas vinculadas a las obras fundadas por Marcial Maciel han vivido un
auténtico trauma (τραῦμᾰ, τραύμᾰτος: herida); tal trauma requiere un tiempo de
sanación.
El
trauma legionario (por llamarlo aquí de algún modo) no se refiere solo al
descubrimiento de la ausencia de santidad y vida criminal del fundador. Aunque
durante casi 70 años la vitalidad de la Congregación se vinculó a la santidad
heroica de Maciel (ver CNP 1536), siempre se insistió en el
origen divino del grupo (ver CNP 43). La interrogante parecería
obvia: si el Fundador era un fraude, el Grupo por él fundado, ¿también?
Sin
embargo frente a esta “espontánea” consideración el “trauma legionario”
adquiere complejidad y una gran diversidad de facetas:
·
El
Grupo es de origen divino y Maciel sólo fue un instrumento.
·
Dios
no se engaña ni nos engaña, el Grupo no puede ser de origen divino.
·
Dios
lo quiso, pero el instrumento fue débil, entonces hay que purificarlo.
Y
cada quien elige su postura y afirma con vehemencia y reiteradamente:
·
Regnum
Christi, sí; Legión y Maciel, no.
·
Legión,
sí; Maciel, no; Regnum Christi es posterior.
·
Legión
sí; Regnum Christi, sí; Maciel, sólo algunas cosas.
·
Legión,
no; Maciel, no; Regnum Christi tampoco.
·
Etc.,
etc., etc.
Durante
los primeros meses después de la muerte de Maciel la división se hizo nítida y
enconada; la división iba a la par de los segmentos generacionales las más de
las veces, por eso los Superiores optaron por abstenerse de marcar una postura
concisa. No fue sino hasta el Capítulo General (2014) que
institucionalmente se marcó una distancia oficial respecto al Fundador. Esta
falta de afirmación durante los primeros meses contribuyó enorme y nocivamente
al “trauma legionario” con fuertes componentes de negacionismo.
Si
se compara el “trauma legionario” a una pérdida (muerte, divorcio, etc)
cualquier tanatólogo o terapeuta del ámbito puede ver las similitudes y los
elementos que han conducido a ciertas posturas en muchos de los miembros
(incluidos Superiores y miembros del Consejo, pues todos somos humanos).
Cualquier
intento de renovación institucional, requiere antes la renovación de las
personas y no como una renovación social donde “para que cambie la sociedad,
todos debemos cambiar primero”. La renovación institucional depende de la
postura ideológica de cada uno de los actores de dicha renovación.
Indue me, Domine,
novum hominem…
pero ¿cómo es eso posible con una ruptura interior y una negación de la
relidad? La imagen del “vestido” que usa San Pablo condujo a los Pelagianos
(entre otros) a creer que la gracia era algo que se “usaba” encima de nuestra
inmundicia. Y que no importaba cuán sucio estuvieras por dentro, lo importante
era el vestido blanco. Jesús habló contra eso (Mt.23,27) usando la imagen de la
putrefacción al interior de los sepulcros encalados por fuera. El revestimiento
del que habla San Pablo, por tanto, implica a toda la persona.
La
renovación interior y la gracia, sanan las heridas (traumas); pero ello supone
una creación en justicia y santidad (Eph.4,24).
¿Cómo
ha sanado su “trauma” cada uno de los miembros del Capítulo General (CG)?
¿Están dispuestos para revestirse del hombre nuevo? ¿hay justicia y santidad
verdaderas?
El
tema no es de menor importancia. ¿Cómo perciben la realidad eclesial actual los
asistentes al CG? ¿cómo perciben la vida y las relaciones del Grupo fundado por
Maciel? ¿cómo perciben su propia pertenencia al Grupo y su misma designación al
CG?
Recapitulando
este punto: El hecho de que el Fundador haya sido un fraude impacta
necesariamente al Grupo fundado por él. Sin embargo, cada persona ha manejado
privadamente el alcance de este impacto por falta de una postura institucional
o de parte de la Iglesia. Es necesario añadir que incluso hay algunos miembros
(sobre todo legionarios mayores) que tratan con tanta indulgencia la situación
del Fundador, al grado de negar el daño.
Después
del CG de 2014 la línea institucional minimizó hasta la negación (en
algunos aspectos) la influencia del Fundador en el Grupo. La Iglesia siempre se
ha mostrado ambigua a partir de lo que ha llamado “acompañamiento”, primero con
Velasio y después con Ghirlanda. Dicho acompañamiento- ambigüedad dio pie a una
lectura de aprobación: La Iglesia nos acompaña, luego nos aprueba. La Iglesia
nos aprueba y rechazó a Maciel, luego no afectó a la Congregación.
De
este modo, lo que sería una inquietud razonable: si el Fundador era fraude,
¿por qué no su fundación?; pasó a tener una respuesta espontánea apoyada en la
influencia de la Iglesia.
La
renovación legionaria, de los consagrados y de los demás miembros vinculados,
está partiendo de este supuesto espontáneo y no de una “sanación” y
reconciliación con la historia y con la realidad. El punto de partida de la
renovación (sin la reconciliación con la historia) viene reafirmado con la
participación del jesuita Ghirlanda en las sesiones de la Asamblea, Capítulo y
demás juntas.
Gianfranco
Ghirlanda tiene el nombramiento de “asistente pontificio” para la renovación de
los Legionarios; no tiene voz ni potestad en la Congregación, sólo aconseja.
Sin
embargo, en su intervención al inicio de la Asamblea de la Congregación de
Maciel y los recién erigidos Consagrados y Consagradas (ex3GM y ex3GF
respectivamente) sus consejos van más allá del mandato recibido de “asesorar”.
Dijo
Ghirlanda que los Estatutos ya tienen qué ser aprobados y que deben ser los
Estatutos de una Federación. Apoya esta determinación diciendo que «La
Congregación (CIVCySVA) no está dispuesta a que la cosa se aplace ulteriormente»
(sic).
¿Por
qué un dicasterio vaticano estaría urgido de aprobar unos estatutos?
¿Qué
no fue esa la “urgencia” la que en 1947 llevó a la erección fraudulenta de la
Congregación?
¿Es
Ghirlanda sólo “asesor” o ha tomado una postura poco imparcial?
¿Cómo
“asesor”, por qué ha evitado afrontar el tema del origen/carisma espurio?
Meras
preguntas retóricas pues la postura del “asesor” parece clara.
Cuando
la Legión se fundó en 1946 (según la documentación de la Santa Sede), no fueron
necesarios y no existían ni el 3GM ni el 3GF. Los miembros seglares del “tercer
Grado” existían para funciones dentro del cuerpo del Movimiento y aunque se decía que “por
un carisma especial de Dios” algunos pasaban a la rama sacerdotal, en realidad
el 3GM fue una etapa en el proceso de captación de muchos.
Los
miembros del 3GM fueron una gran aportación para la administración y el
desarrollo de muchas obras de apostolado; pero contrariamente a lo que afirma
Ghirlanda, no fueron necesarios. En líneas generales nunca ocuparon cargos
directivos y sus labores administrativas dependían del gobierno legionario. Es
por eso que se ha dicho que históricamente los 3GMs se asimilaban más a una
Orden Tercera, sin autonomía y dependiendo completamente de la Congregación.
De
una forma incluso más acentuada, el grupo del 3GF dependía en su totalidad de
la Congregación; a diferencia de los varones, las mujeres sí eran necesarias
para el desarrollo de colegios femeninos, pues hasta hace unos años, la Legión
seguía con la educación diferenciada en todas sus escuelas.
Afirmar
que Congregación y Grupo de laicos (3GM y 3GF) históricamente han requerido
unos de otros es incorrecto y falso. La Congregación perfectamente puede prescindir
del Tercer Grado, incluso para los colegios femeninos, como recientemente lo ha
demostrado la consolidación del Cumbres de México colocando como director (de
la parte masculina y femenina) a un profesor de educación física.
Ghirlanda
afirmó que la Congregación no puede prescindir del Tercer Grado (o de las ya
erigidas Sociedades de Vida Apostólica), lo cual también es falso, tanto en el
ámbito espiritual como en el apostólico. De hecho, si la Congregación
requiriese de estos otros grupos para existir, nunca habría sido erigida por la
Santa Sede.
Un
tema muy diferente es que actualmente la Congregación para subsistir requiera
del Regnum Christi, pues en los últimos años, prácticamente sólo han podido
reclutar al interno del RC. El hueco generacional aún no llega; sin embargo ya
se prevé que en breve no habrá generación de recambio.
Por
otro lado; es un hecho que las Consagradas (3GF) no pueden subsistir sin la
Congregación, de la cual dependen principalmente en lo material, pero también
en lo apostólico. También significativamente en los últimos años han tenido una
mayor independencia “espiritual”. Los Consagrados (3GM) en cambio no tienen
ninguna actividad fuera del ámbito de la Congregación y su identidad propia
tiene algunos conflictos de hecho.
El
otro Grupo, los laicos no consagrados, mucho mayor en número, no tiene
personalidad propia, pero es en realidad quien nutre de miembros a los demás.
Ghirlanda
afirmó además que la Legión es la primer expresión histórica de un carisma que
el Espíritu Santo quiso donar a la Iglesia y que además, la Legión fue el medio
para la acción del Espíritu para suscitar el RC. Con la diplomacia digna de un
curial romano, evitó cualquier referencia a Marcial Maciel. Como si lo que él
llamó “expresión histórica del carisma” hubiese brotado por generación espontánea;
como si las campañas epistolares y de presión, los engaños, las fotografías
trucadas, los informes redactados, las estadísticas alteradas y todos los
fraudes no hubiesen existido; como si el cultivo de los eclesiásticos, los
sobrecitos, las vacaciones, los coches y los departamentos amueblados fuesen
obra del Espíritu Santo.
Ante
semejante afirmación, conviene preguntarse cuál podría ser la agenda de este
prelado pues suponemos que no ha recibido sobrecito.
Lo
que se ha venido denominando “el complejo legionario de avestruz” refleja
perfectamente las afirmaciones de Ghirlanda. Todo aquello problemático o
incómodo debe evitarse, por eso la cuestión de un Fundador Falso Profeta no se
afronta. Y la interrogante espontánea “Si el Fundador era un fraude, ¿también
lo es su obra?”. Encuentra respuesta indirecta en la autoridad “pontificia” de
un consejero que elide la cuestión.
Marcial
Maciel Degollado fue rechazado 3 veces del seminario por su falta de idoneidad
para la vida sacerdotal. Cuando Maciel acudió a Mons. Francisco María González
y Arias buscando reincorporarse al seminario Mons. Gonzáles y Arias recibió una
carta circular en la que se boletinaba el nombre de Marcial Maciel indicando
que el jovencito carecía de idoneidad y que andaba buscando un obispo para
ingresar al seminario. Mons. González y Arias decidió acogerlo y darle en
particular los estudios que requería para la ordenación.
Este
hecho también marcó profundamente a Maciel; incluso en alguna de las
narraciones de la historia de la Congregación mencionó con aires
reivindicativos cómo su tío le decía: “Si ellos te lo niegan, te lo doy yo”. Maciel aprendió que había
otros caminos, incluso para lo sagrado. “Si no me aceptan allá, crearé yo mismo
un grupo…”.
Toda
esta etapa no ha sido estudiada y ciertamente no esperamos que el “asistente pontificio”
pueda hacer algo al respecto para clarificar las cosas. Siguiendo indicaciones
del dicasterio, prefiere continuar con el status
quo y aprobar cuanto antes una federación.
Marcial
Maciel pudo haber fundado una iglesia; sin embargo la religiosidad mexicana con
la que vivió su infancia evitó el descarrío. En cambio creó una Congregación
con todas las características de una secta (excepto la doctrinal) y se sirvió
de la Iglesia y de las debilidades de los eclesiásticos para sus propósitos. Su
idea inicial no era fundar, como él mismo admitió en diversas ocasiones, sino
juntar un grupo de sacerdotes… ¿con qué propósito? Por esa época se publicó en
México la traducción de “La Salvación por la Elite”, obra de Mons. Charles Gibier,
obispo de Versailles. Plausiblemente de allí tomó la idea.
La
idea inicial era “hacer apostolado y difundir la doctrina católica”; de hecho ese fue el
motivo de aprobación de la Congregación y su actividad específica. Sin embargo,
con el paso del tiempo la Congregación fue restringiendo su alcance al punto
que llegó a decirse incluso oficialmente que “el apostolado específico de la
Legión es el Movimiento Regnum Christi”.
Gianfranco
Ghirlanda con una manifiesta “voluntad de no saber” ignora los fundamentos y prefiere
hacer malabarismos con el tema del carisma y hablar de una especie de
circularidad por la cual los fieles asociados a la federación ya viven lo que
los legionarios le van a testificar.
Evidentemente
no es tarea del “asistente pontificio” realizar una investigación histórica,
pero un buen consejero hubiera aconsejado esclarecer los orígenes para no construir
sobre arena (Mt.7,26); sino buscar fundamentarse en las palabras de Jesús
(Mt.7,24) y construir sobre roca.
|
Libro que inspiró la metodología de Maciel |
Otro
aspecto importante de la intervención de Gianfranco Ghirlanda, asistente
pontificio, fue su indicación y determinación de asumir como definitivas las
votaciones indicativas de la Asamblea anterior. Es más, añadió que si alguien
quería replantear algo, sólo podría hacerlo de aspectos secundarios… y eso que
no tiene voz, ni voto, ni facultades de gobierno…