Las Perlas al Collar
Así
respondió Marcial Maciel cuando le preguntaron por qué, a diferencia de otras
Congregaciones, había buenos religiosos en la dirección general: «Las Perlas al
Collar». La pregunta la formuló un joven en el Cursillo de Formadores en una
sesión de “questions”.
Se
habían referido al caso de Javier de la Torre Castaño y su excelente labor en
la pastoral juvenil… aunque en la jerga legionaria dijeron “su excelente labor
en los clubes del ECYD”. Actualmente Pbro. Javier de la Torre, español pero ya incardinado
en la arquidiócesis de Moneterrey, México.
Javier
ingresó a la dirección general en 1999 realizando su juramento de “limpiar
cristales” ese mismo año (en noviembre)… ¿Qué hizo? ¿Cuál era su área? ¿De qué
se encargaba? No lo sabemos. Pero él, al igual que muchos otros de la DG
pudieron tener un conocimiento más “profundo” del verdadero rostro de la
Legión. Incluso los encargados de la portería aunque estaban lejos de los
papeles y documentos, se enteraban de bastantes cosas: llegadas, salidas,
pedidos a la farmacia (¿medicinas para Nuestro Padre o para algún padre
inquieto como el P. Pablo Pérez?), hora de entrada y/o salida por la madrugada
(había que abrir el portón). ¿Por qué Carlos Skertchly algunas veces llegaba
tarde? ¿Qué él no era el “jefe” de las reuniones de personal? ¿Qué hacía fuera
del centro por la noche? ¿Encargos? ¿De qué tipo?
Es
interesante constatar cómo muchos miembros de la Dirección General considerados
“perlas” o “joyitas” con conocimiento “interno” de la Congregación han ido
saliendo paulatinamente. El último de ellos, otra joyita del sistema
legionario: Rogelio Aguilera, quien al igual que Alejandro García (el del
pianito) también dejó el ministerio.
No
puede haber alegría por un sacerdote que deja el ministerio, pero ciertamente
hay alegría por un hombre que encuentra su camino o inicia la búsqueda del
mismo. Cientos de vocaciones en la Legión fueron inducidas producto de la
maquinaria de reclutamiento.
Headquarters de la multinacional "Legionarios" |
¿Cómo
llegó Rogelio Aguilera a tener conocimiento de tantas cosas? Para llegar a la
Dirección General se requiere una fuerte adhesión al sistema. Aunque es
necesario añadir que no todos los de la DG tienen dicha adhesión, por eso sólo
se dedican al “equipo auxiliar” o dentro de la secretaría/administración
general a labores “genéricas”. Quienes logran ocupar algún puesto más
“delicado” son previamente “valorados”. Tal fue el caso de Rogelio…
En
primer lugar su currículum formativo: los formadores de su conciencia
legionaria habían sido nada menos que Rosalío Elizondo (fue su maestro de
novicios), Jesús María Delgado, Carlos Mora y Donal Clancy. Así, llegó a la
Dirección General como humilde escribano, es decir redactor de correspondencia
en la Secretaría General. Puesto que ocupó varios años hasta llegar a hacerse
cargo del equipo de redactores; esto último es lo que le permitió acceder a
mucha más información. Como Jefe del Departamento debía no sólo supervisar,
sino coordinar las comunicaciones. La petición de redacción de un simple
protocolo de autorización podía concretarse en una “página simple”: saludo,
motivación, autorización o rechazo, despedida… pero el redactor y el Jefe de
área habían tenido acceso a las comunicaciones “internas”, juicios, opiniones,
razonamientos crudos, etc. «el DG me pidió que le comunicara que no le ha
parecido conveniente, bla, bla, bla». Quizás la iniciativa era buena y
conveniente, pero el área de la vida religiosa dijo que era un religioso
problemático, o que podría haber conflicto con el Padre N, o que había planes
para otro apostolado, o que la federación, etc., etc. La comunicación se
redacta en bonito, en positivo, en politically
correct y se esconden las causas verdaderas cuando la Verdad no acomoda…
Emblemáticas son aquellas comunicaciones con indicaciones de “encapsular” a
alguien, según supimos por Eloy Bedia… pero es otro tema.
Testimonio inducido de Rogelio en la página legionaria (imagen de enero de 2017) |
Después
de un tiempo, y ante la inquietud creciente de Rogelio Aguilera y sobre todo a
raíz de los conflictos que su hermano exlegionario había tenido con la Legión
(por derechos de autor de sus propios libros), salió “al apostolado” donde ante
muchas inquietudes, entre ellas la ausencia de carisma, decidió buscar lo que
Dios quería de él llevando una vida auténtica.
Rogelio
no tenía la presencia mediática de Alejandro García, ni la propaganda como
“superior” que tuvo José Luis Covarrubias; pero fue otra joyita del sistema
legionario, al igual que Javier de la Torre, en su momento incluso consentido
del camaleónico Arrieta.
Cuando
Velasio de Paolis pronunció aquel hipócrita “parlate tra di voi, ditevi le cose” era imposible hablar con
Rogelio; simplemente no daba espacio en su percepción de la realidad a las
cosas que institucionalmente había hecho la Legión con tantas víctimas… debió
de pasar mucho tiempo de reflexión y apertura sincera a la verdad para que esa
“joyita” legionaria, dejara de serlo y pasara a ser una joya de Dios.
La
historia de Rogelio continúa en su vida; nosotros nos quedamos con el contraste
tremendo que se da en tantos casos de vocaciones inducidas a la Legión. En su
testimonio “vocacional” Rogelio escribió «¿Sabes por qué jamás lo he dudado?» …más
adelante narra que « ingresé al curso de discernimiento vocacional, aunque yo
ya estaba decidido y seguro de mi llamado». Hoy sabemos que en lugar ser
discernimiento vocacional, deberíamos hablar de adoctrinamiento. La decisión de
Rogelio es otro testimonio más del fracaso legionario, como en su día dijimos
de Santiago Oriol, de Thomas Berg, de Caesar Atuire y de tantas y tantas de la
voracidad legionaria.
Gracias por esta informacion!
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